Llegar al corazón por el paladar Llegar al corazón por el paladar
  Por Marta Pérez   Viajar requiere tiempo y dinero. Uno se empapa de la cultura del sitio donde va a través de los... Llegar al corazón por el paladar

 

Por Marta Pérez

 

Viajar requiere tiempo y dinero. Uno se empapa de la cultura del sitio donde va a través de los monumentos y, sobre todo, de la comida. En el XI Festival Internacional de las Naciones, ubicado en el aparcamiento de los Campos de Sport del Sardinero, hasta el próximo 4 de septiembre, se puede hacer un periplo por el mundo sin salir de la ciudad. Desde Tailandia y su comida picante, hasta llegar a México y sus tacos, pasando por Francia y sus crêpes. Comida auténtica, cocinada por, al menos, una persona originaria del país que representa. Pura gastronomía que se convierte en el eje vertebrador del evento.las naciones

El festival, con 300 trabajadores si se cuentan todos los puestos, busca fomentar la interculturalidad y la integración. Incluso a pesar del sensible momento que se vive en la actualidad. Como dice Sergio Frenkel, director del festival: «El problema está cuando la gente viene de fuera y se siente aislada. Por eso este evento fomenta la pluralidad. Aunque Santander es una ciudad abierta, cosmopolita, como demuestra la multitud de asociaciones extranjeras que existen aquí».

Para lograr esa interculturalidad no hay nada mejor que el conocimiento. A través de la autenticidad de los productos elaborados y los cocineros representativos de cada país participante se pretende transmitir emociones, llegar al corazón por el paladar.

Tres formas para dar la vuelta a este pequeño mundo, hecho a medida y con mucho sabor, son las que guían a la gente en este mar de opciones. La primera, acudir a los stands de lugares a los que se ha viajado antes y repetir experiencia; la segunda, acudir al establecimiento que amigos y conocidos nos han recomendado; por último, los audaces optan por un recorrido inédito, en la que la norma es probar algo que nunca se haya catado antes.

Para recorrer cualquiera de las tres ‘rutas’ se puede acudir al área de gastronomía nacional, con comidas típicas de cinco comunidades autónomas, o ir a la zona de países temáticos, como México, Alemania o Argentina, o acercarse a algunos de los 15 restaurantes internacionales.

Rincones lejanos

En esta demarcación es donde se encuentran las novedades de este año. Persia y Tailandia.
Persia, con su responsable, Leo Naseri a la cabeza, ofrece pinchos de pollo con azafrán, otros de ternera, de verduras, todo salteado en una parrilla de carbón.

las nacionesTailandia, por su parte, es regentada por Thais Parra, una venezolana con familia tailandesa, que con su comida hecha en wok, permite probar el sabor picante sin que arda la lengua, tal y como afirma la cocinera: «Mucha gente ha estado en Tailandia pero no ha sido capaz de comer las elaboraciones típicas porque pican mucho», explica. Y sigue: « Aquí, les preguntamos cuánto picante quieren y así, pueden probar los productos tailandeses sin perder ni el sabor, ni la lengua», remata sonriente.

Y es que, Parras es consciente de que al festival se suele acudir en familia y que los más pequeños de la casa no suelen ser fans del picante. De ahí que condimenten a gusto del cliente, incluso sin nada de sazonado fuerte para los niños.

Otra novedad, pero de bebidas, es la terraza de la marca de cervezas artesanas de Cantabria ‘La Colegiata’, un espacio gourmet para que los aficionados a la bebida de cebada disfruten y mientras, escuchen las actuaciones del escenario.

Éxito año tras año

Luego, se puede acudir a uno de los puestos con más éxito de la feria y ya conocido: Francia y sus crepes. Geraldine Torres, de la Bretaña francesa, es la encargada de que en un minuto se puedan degustar crepes artesanas, dulces o saladas –incluso vegetarianas–.

Aunque, según confiesa Torres, las más solicitadas siguen siendo la crepe carbonara y la de chocolate. No hay que irse muy lejos para comprobarlo. En la larga –aunque rápida– fila que hay para pedir, dos jóvenes confiesan que son sus preferidas. La pareja explica: «Cada año venimos a Francia a por crepes, es por lo que venimos al festival».

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Si se sigue el paseo se llega a Argentina, controlada por la mano de Miguel Zamarreño, quien cocina en fuego argentino –que se alimenta sin poner encima de la parrilla la comida, sólo cuando el fuego está listo se desplaza por el metal para cocinar–. Churrasco, empanada argentina y el famoso y solicitado choripan son sus platos estrella. Hechos con carne muy suave, fácil de comer y digerir. «Aquí, con la carne tan suave, hasta un niño de dos años que acabe de aprender a masticar, puede comer» afirma Zamarreño.

Pronto, se llega al stand de la experiencia, Perú. El puesto regentado por Aida Vivanco, lleva más de veinte años acudiendo a esta cita. La cocinera es una entusiasta del festival: «Ya me tendría que haber jubilado, o podría haber seguido con el restaurante que tuve, pero me gusta el puesto, me encanta todo, el ambiente, hablar con la gente, que te pregunten de dónde vienes».

Vivanco explica que incluso algunos de sus comensales han intentado reproducir sus recetas en casa y vuelven para preguntarla dudas o plantearla por qué no sabe igual. «Hace mucha ilusión», comenta. Su comida es tradicional, aunque no antigua. Varias de sus nuevas creaciones están hechas con quinoa, como su hamburguesa, un ingrediente que toman hasta los astronautas por su gran aportación proteínica. La mujer explica: «No sólo uso la quinoa porque es muy sana, sino porque cada vez más los clientes piden platos ya no vegetarianos, sino veganos y, con este cereal puedo preparar algo con estas características y que esté rico».

Cocina sin gluten

Al caminar hacia la zona de Estados Unidos, David Durán, con su chaquetilla y su gorro de cocina, filetea una carne exquisita, buey de wagyu. Y es que, el responsable del Mister XXL y miembro de la familia propietaria de El Cenador de Velo, es el único que ofrece esta carne considerada gourmet. «Preparamos hamburguesas con la carne más cara del mundo, pero a precio asequible para el cliente, porque hemos importado el buey entero, de 280 kg».

El cocinero, que también es cantante, es calificado como el ‘Alberto Chicote del Festival’ y, su comida, que otros años se degustaba en food truck o stand ubicados en otra zona, ha conseguido que los clientes reconozcan su comida con sólo verla. «No nos reconocen a nosotros, pero sí a la comida. Es una alegría», dice Durán.

Además, en el establecimiento, sabedores de las intolerancias alimenticias que sufren los clientes, han elaborado toda una carta con productos sin gluten, para que se pueda paladear recetas con sabor sin preocuparse de nada más. Incluso sus tartas, como la ‘Red Velvet’, la ‘Carrot Cake’ –tarta de zanahoria– o la ‘Rainbow Cake’ son sin gluten.

Sudáfrica con su carne de cocodrilo y cebra es otra opción exótica. Sin embargo, para los apasionados de lo autóctono está la caseta que auna las comidas tradicionales de Asturias y Cantabria, con el cocinero, Cristian Balbás (del restaurante El Trébol, en Cueto) a la cabeza, un cántabro que ya lleva varios años participando en el Festival.

Por otra parte, Grecia y Rusia son responsabilidad de Fernando Peralta, también veterano en las lides. Productos de importación garantizan el sabor y la autenticidad. Pero, para este hostelero sevillano, lo mejor es la gente:«Son como familia, les vemos de año en año pero hay mucho cariño. También hemos visto crecer a niños que vinieron por primera vez con siete u ocho años y ahora vienen con sus parejas o incluso ya son padres», explica Peralta. Y continúa: «Nos preguntan de dónde somos, si nos gusta la ciudad. En el fondo, transmiten curiosidad». Esa curiosidad es la esencia del festival, querer saber de lo desconocido.

El puesto temático de México también es uno de los stands que repite en este evento año tras año. Enrique Gordínez comanda esta caseta que tanto éxito tiene. Sus burritos, nachos y cerveza original de México son reclamos permanentes para los visitantes de la feria. Un grupo de jóvenes acaban de terminar su comida méxicana;al preguntarles por qué han elegido ese puesto comentan: «Nos encanta el méxicano. Pretendemos probar todos los países pero es que el primero tenía que ser México».

Food trucks

Sin embargo, Gordínez no es el úncio que apuesta por la comida mexicana. De las tres food trucks que participan en el festival, una de ellas, capitaneada por Curro Abascal, también apuesta por esta especialidad pero con diferencias. «El burrito lo freímos en lugar de hacerlo a la plancha», afirma el cocinero, y continúa: «Las totopas son hechas a partir de las tortillitas, que son nuestro equivalente al pan. Los nachos… Todo es artesano», resume Abascal.

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Las otras dos furgonetas que completan el área de ‘street food’ –comida que se ingiere de pie y en la calle– son comandadas por Javier Brichetto, un chef que ha estado en restaurantes tan reputados como ‘Celler de Can Roca’ o ‘El Bulli’ y que ha ganado el reality de televisión ‘Cocineros al volante’.
Su propuesta para el festival en uno de los camiones es la cocina fusión, controlado por Cayetano Álvarez, es el pan al vapor bao relleno de presa ibérica. Como alternativa a esta recetas, Brichetto oferta algo de la tierra, las rabas, en su food truck ‘La Rabaneta’, acompañadas de refrescos y sidra de Cantabria, para degustar algo de casa entre tanto viaje gastronómico. Aunque, no está teniendo tanto éxito como esperaban.

Después están los puestos de organizaciones, dos espacios que se van turnando cada 24 horas, según sorteo, entre las 18 asociaciones que participan en el evento gastronómico. Y para terminar, la terraza child out de ‘La Floridita’, que es otra de las novedades de este año. Un espacio un poco apartado para fomentar un ambiente relajado.

Grecia, Rusia, Australia, Colombia, India, Estados Unidos, Francia, Italia, Perú, Argentina, Sudáfrica, Tailandia, República Dominicana, Alemania, México y Persia, todo un mundo englobado en un aparcamiento.

En total, un paseo por el mundo, recorrido en una tarde y parte de la noche, sin necesitar avión, tren o barco, casi como la alfombra voladora del libro ‘Las mil y una noches’ pero sin tener que despegar del suelo, al menos, con los pies, que ya se sabe, la mente, que vuele alto.

Pilar González

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