Los secretos de la plaza Los secretos de la plaza
El Mercado de la Esperanza, un bazar en el centro de la ciudad. Hay que moverse con sigilo en un ambiente en el que... Los secretos de la plaza
El Mercado de la Esperanza, un bazar en el centro de la ciudad.

Hay que moverse con sigilo en un ambiente en el que todo son ruidos. Así es el Mercado de la Esperanza, la Plaza. Un lugar donde las mujeres y hombres que venden pescado se dirigen al futuro cliente a gritos, ofreciéndole la merluza más fresca o los maganos de guadañeta recién traídos de la bahía. Mientras, el comprador recorre los pasillos en silencio, como queriendo respetar el reposo de los rapes y los cachones. El mundo de las frutas y verduras es menos pausado. Aquí el comprador se mueve más deprisa, casi siempre a tiro hecho, al puesto de siempre a comprar naranjas, manzanas, lechugas…

El Mercado de la Esperanza tiene sus secretos y su ‘misterio’ comienza en su distribución. Cuatro vidas distintas en un edificio de dos plantas con puestos fijos. Abajo, pescados y mariscos, conservas en salazón y varios puestos de congelados. Esta parte es generalmente la más visitada por el turista. Y no es para menos. Es todo un espectáculo moverse por sus pasillos para ver qué nos ofrece ese día la mar. Aquí, como en todo, lo mejor es saber. La frescura del pescado se nota en el color de sus escamas, las branquias y sobre todo en sus ojos. Su mirada debe ser limpia, atractiva, con vida. Pero siempre lo mejor es ponerse en manos del pescadero o la pescadera. Ellos recomiendan qué pescado o marisco llevar, los mejores precios e, incluso, cómo prepararlo. En todos los puestos se recogen encargos, como se hizo toda la vida.

La planta superior del Mercado de la Esperanza se asemeja más a un bazar: puestos de frutas, verduras, carnes, quesos, embutidos, conservas, bacalaos, licores… Todo un mundo de colores. Aquí es más fácil perderse. Hay muchos puestos y muchos de ellos se parecen. Hay cuatro entradas y es fácil coger la que no lleva directamente al lugar deseado, pero eso forma parte también del encanto de este singular mercado que tiene una estructura muy atractiva. Un edificio singular en el mismo centro de la ciudad.

En la parte de arriba del mercado hay puestos especializados en carnes de cordero, vacuno y aves. Y se encuentran, además de las frutas y verduras más frescas, quesos, embutidos de gran calidad y productos cántabros. Conviene empezar la compra en esta planta para bajar después al pescado.

El tercer ‘misterio’ del mercado es su plaza exterior, llena de vida por el día y aparcamiento por la noche. Allí, lunes, miércoles y jueves, se extienden un sinfín de puestos de ropa, complementos, colonias, zapatos, calcetines, ropa interior, relojes. Una especie de rastro llenó de clientes durante toda la mañana. Personas que, además, dan vida a la zona, a los bares y cafeterías de los alrededores. Aquí también los vendedores vociferan las virtudes de sus productos. El resto de los días, martes y viernes, esta parte del mercado se convierte en una gran frutería, con verduras de temporada. Además, siempre se encuentran varios puestos que traen de los pueblos de la región huevos frescos, pan de leña, sobaos y quesadas, miel … También hay algún puesto con quesos, bacalao y embutidos.

El ‘misterio’ de la plaza se completa con ese veterano puesto de venta de aceitunas y escabeches, el de las especias, el maravilloso y diminuto local de flores y plantas, el afilador y reparador de paraguas y esa joyería de edificio singular que, como el estanco esquinero, nunca abre sus puertas.

Diego Ruiz Redactor

Santander 1960. Universidad de Cantabria. Sección de Deportes, Cantabria en la Mesa y, a veces, algo de toros.

No comments so far.

Be first to leave comment below.