Es muy complicado conocer con precisión qué alimentos son buenos o malos para nuestra salud. Entre otras dificultades están las cuestiones éticas: No podemos alimentar durante unos años a un grupo de personas con un alimento que sospechamos que produce cáncer, y ver cuántos acaban muriendo. Por eso los organismos oficiales, periódicamente se dedican a analizar con rigor los estudios directos e indirectos que se publican en todo el mundo sobre alimentación y salud. Con sus conclusiones elaboran unas recomendaciones que puedan servir de guías provisionales de alimentación saludable para el público en general y para los profesionales de la salud.
Ya tenemos a nuestra disposición las ‘Guías dietéticas U.S.A.’ para el año 2015. Quien esté interesado en los pormenores puede obtener el pdf de forma gratuita en la siguiente dirección de internet: http://www.health.gov/dietaryguidelines/2015-scientific-report/
Hay que entender que siempre son recomendaciones provisionales. La ciencia está en continuo avance y nuevos hallazgos pueden cambiar, a veces radicalmente, lo que pensábamos acerca de un determinado alimento. Recuerden tantos alimentos reivindicados cono el aceite de oliva, el vino tinto, los huevos o las sardinas. Algunas de las recomendaciones que se proponen ya se han tratado desde estas líneas. No obstante vamos a comentar los diez puntos esenciales de esta guía.
- Se refuerza el consumo de frutas, verduras, hortalizas y legumbres, casi sin ninguna nota negativa. Se resalta la utilidad de estos alimentos para la prevención y el tratamiento de la mayor parte de las patologías (diabetes, enfermedad cardiovascular, cáncer, etc.).
- Se recomienda la reducción, lo más drástica posible, del consumo de azúcares no naturales (azúcar refinada, jarabes y dulces en general) tanto en alimentos como en bebidas.
- Se indulta definitivamente el consumo de huevos. Su consumo dos o tres veces por semana no influye en los valores de colesterol para la mayor parte de las personas y aportan nutrientes muy saludables.
- También se reconoce como saludable el consumo de carnes frescas y magras. Pero se recomienda reducir el consumo de carnes grasas y de los productos cárnicos procesados (embutidos, hamburguesas, etc.), salvo que los elaboremos nosotros mismos. Ya lo decía un refrán hace siglos: ‘Carne en calceta pa quien la meta’.
- Se recomienda, siempre que se pueda, consumir los cereales integrales. Si por razones culinarias (rebozados, etc.) debemos de prescindir del salvado, procurar que la harina a utilizar contenga germen de trigo (consultar la etiqueta del paquete).
- Consumir lácteos con moderación y mejor desnatados.
- Se resalta como beneficioso (o por lo menos sin consecuencias negativas) el consumo de café o te, sin sobrepasar las tres tazas diarias.
- Se insiste en cocinar con poca sal y nunca salar los alimentos en la mesa.
- Reducir la ingestión de grasas saturadas y grasas trans (parcialmente hidrogenadas) que abundan, sobre todo, en alimentos de preparación industrial como platos preparados, snaks, gusanitos, patatas fritas y similares.
- Hacer ejercicio a diario y comer las cantidades precisas para mantenernos e el peso corporal que nos corresponda según nuestras características personales.
José Enrique Campillo Médico
Catedrático de fisiología y experto en nutrición y alimentación.
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