Un lugar con tradición, solera y buen manejo de la parrilla Un lugar con tradición, solera y buen manejo de la parrilla
Desde los años 70 Cueto es cantera de buenos restaurantes. Cueto es uno de los barrios con más solera de Santander y famoso, sobre... Un lugar con tradición, solera y buen manejo de la parrilla
Desde los años 70 Cueto es cantera de buenos restaurantes.

Cueto es uno de los barrios con más solera de Santander y famoso, sobre todo, por sus restaurantes –en su mayoría asadores– donde se cocinan a la brasa fresquísimos pescados de costa y buenas carnes, con- virtiéndose en verdaderos maestros de la parrilla. Aún recuerdo aquellos veranos en los que el olor de las brasas de aquel asador improvisado en plena curva de Mataleñas, al comienzo de la Calle Inés Diego del Noval –arteria principal de Cueto–, llegaba hasta casi El Sardinero, atrayendo a numeroso público que disfrutaba de unas buenas sardinas o un sabroso bonito, a la parrilla, eso sí.

El popular barrio de Cueto, con una población de unos 14.000 habitantes, comienza donde termina el área del Sardinero, incluyendo las zonas de Mataleñas, Valdenoja y La Pereda. Cantera de buenos restaurantes desde que aparecieran los primeros asadores a finales de los años setenta, Cueto es lugar de parada obligada para disfrutar de una buena gastronomía, tradicional y de mercado, pero sobre todo para saborear bien el producto que cada establecimiento trabaja con verdadero arte y a buenos precios.

El Trébol, El Pozo y Abuela María son tres clásicos de la calle Inés Diego del Noval, junto a la Lola, otro de los míticos, desde 1967 y La Nuncia. Los más recientes, la pizzería Mamma Mía, el restaurante El Barco y el Sacacorchos, estos dos últimos en la zona del Faro y Valdenoja.

Un poco de historia

Una de las construcciones más significativas de la ciudad de Santander, y que además se sitúa en el núcleo de Cueto, es el Faro de Cabo Mayor, realizado en 1839 por el ingeniero Felipe Bauzá.

Desconocido para muchos y conocido por pocos, junto a los acantilados y el Puente del Diablo se si- túa una curiosa construcción conocida como el Panteón del Inglés, mandado construir por José Jackson Veyán –quien fuera jefe de las instalaciones telegráficas del semáforo de Cueto–, en memoria de su amigo de la infancia, el inglés William Rowland, fallecido en este lugar en 1889 al sufrir un accidente cuando montaba a caballo.

Tanto el Faro como el Panteón y los acantilados de Cueto constituyen un entorno ideal para recorrer, contemplar e inmortalizar bellos amaneceres y atardeceres con el mar Cantábrico de fondo.

Alicia del Castillo Redactora

Periodista de El Diario Montañés. Forma parte de la sección de suplementos y especiales del periódico.

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