Gambrinus celebra su aniversario con argumentos muy sólidos.
Hoy las puertas de la Cervecería Gambrinus se abrirán con la alegría de haber cumplido 15 años dando satisfacción a sus clientes, generando sabores, siendo el punto de encuentro para muchos amigos y familias…, en definitiva, poniendo unos sólidos cimientos para convertirse en un lugar de referencia. Porque si un aspecto cabe destacar de Gambrinus es que más allá de su aspecto de cervecería informal, detrás, ya en los comedores, hay una sólida e interesante propuesta gastronómica que merece la pena descubrir y a la que secunda un buen servicio de sala.
De inicio, Gambrinus sugiere desayunos, pinchos -de tortilla, fundamentalmente, ¡y buena!-, raciones, cañas bien tiradas, la hora del aperitivo… Su amplia barra es un escaparate de sabores, vistoso por sus colores y apetecible.
Pero por detrás, bajo la dirección de Miguel Ángel y con el trabajo en cocina de Máximo y su equipo, hay una varias oferta. Entre semana manda el menú del día, que tiene una versión de fin de semana. Buen producto y correctas elaboraciones.
Un alternativa recomendable es el menú especial de invierno, con una quincena de platos para elegir y un precio de 18 euros. De primero, ensalada César, ensalada de quesos y cecina con tomates secos, tagliatelle al pesto verde, paella de salchichas, arroz cremoso de langostinos y garbanzos a la marinera. De segundos, merluza en salsa roja, entrecot con su guarnición, rodaballo con patata panadera, codillo asado y confit de pato. Para el postre, las opciones son soufflé de chocolate blanco y crema de queso, deconstrucción de pijama, copa de helado variado y tarta de tiramisú.
Finalmente está la carta, concebida para dar rienda suelta a un picoteo de lo más plural. Ibéricos, ensaladas, sartenes y muchas raciones conviven con los arroces -espectacular el de almejas, se nota la calidad del fumet-, con los pescados -merluza, rape, bacalao y lubina-, con las carnes -escalopines, entrecot, solomillo, lechazo…- y con los postres caseros.
José Luis Pérez Redactor Jefe
Historiador y arqueólogo, trabajo desde los años noventa en El Diario Montañés donde he sido coordinador editorial de publicaciones y actualmente soy redactor jefe. Escribo de gastronomía desde hace algo más de una década y coordino el suplemento Cantabria en la Mesa.
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