La ‘añada 2014’ de los vinos blancos de Cantabria genera optimismo La ‘añada 2014’ de los vinos blancos de Cantabria genera optimismo
La Asociación Umami organizó en Colindres una cata en la que participaron siete de los principales elaboradores. La vendimia del otoño de 2014 fue... La ‘añada 2014’ de los vinos blancos de Cantabria genera optimismo
La Asociación Umami organizó en Colindres una cata en la que participaron siete de los principales elaboradores.

La vendimia del otoño de 2014 fue buena en líneas generales a juicio de los viticultores que se acogen al sello de calidad de Vino de la Tierra Costa de Cantabria y, tras el proceso de elaboración en la bodega, las primeras catas realizadas por expertos proyectan optimismo. A falta de que el vino llegue a su momento óptimo en las próximas semanas o meses, e incluso el año próximo en algunos casos, existe una coincidencia casi unánime de que el 2014 puede ser un año de relanzamiento para los vinos blancos de Cantabria, a lo que también contribuyen que las cepas van ganando con el tiempo y la mayor experiencia de este grupo de apasionados por el vino que están abriendo un camino sin tener referencia de antepasados o predecesores.

El pasado martes, la Asociación de Catadores Umami de Laredo consiguió reunir un año más a los principales viticultores de Cantabria, que presentaron sus vinos de 2014 en aunténtica primicia en una cata que tuvo lugar en la cafetería Gurugú de Colindres. Siete fueron las bodegas que aceptaron la invitación y que mostraron y explicaron las características de sus caldos. Otras tres bodegas, por circunstancias diversas, no pudieron asistir, lo cual no resta un ápice de representatividad a un acto sencillo pero muy ilustrativo, que también sirvió para reivindicar la calidad y la apuesta de futuro de los blancos de Cantabria. Aunque con producciones limitadas, sus responsables evidenciaron en sus intervenciones ganas y entusiasmo de elaborar un buen vino para que sea valorado y respetado, en primer lugar, en la propia Cantabria, como ocurre en otras regiones de España con sus caldos.

Tras la presentación inicial, cada viticultor explicó su vino y el proceso de elaboración, coincidiendo la mayoría en las buenas condiciones en las que se vendimió y en lo propicio que fue el tiempo en la fase fundamental de maduración de la uva.

Lancina

Ignacio Abajo. Bárcena de Cicero 3,5 has. 12.000 botellas

En este caso se presentaron dos vinos, un Godello y un Riesling, con los que luego se realiza un coupage. El primero, con un color amarillo pajizo y frutal en nariz, presenta a juicio de su elaborador muy buena acidez, es redondo y equilibrado. Tiene 12,2º y en boca es largo. El segundo es más amarillo pálido, muy aromático, con fruta más tropical y melosa, buena acidez en boca y muy equilibrado. Ignacio, que no ocultó estar «muy orgulloso» con los resultados obtenidos, dejó como epílogo un objetivo: «Mi objetivo es que el consumidor me considere un productor fiable».

Casona Micaela

Carlos Recio (Valle de Villaverde) 7,5 has. 50.000 botellas

Tras destacar que 2014 «fue un año excepcional» por el buen tiempo, lo que permitió completar un ciclo de vendimia muy satisfactorio, el responsable de esta bodega presentó su vino, 75% Albariño y 25% Riesling, al que considera muy diferente a los albariños que se elaboran en Galicia. Ya en la fase de cata, el Casona Micaela 2014 fue descritó por Recio como un vino con un buen brillo, amarillo pajizo con tonos versoso, complejo en nariz, muy limpio, con mucha fruta de hueso, manzana verde, tropical (piña) y flores. En boca, acidez muy redondeada, típica de los vinos del norte, que no molesta y que invita a tomar otro trago. A su juicio, más que un defecto, es una virtud.

Finalmente, destacó que este año, aunque se bodega es muy técnica, no han sido necesarios los recursos porque la materia prima ha sido muy buena.

Bodegas Nates

Benito Altuna (Junta de Voto). 3,5 has. 8.000-9.000 botellas

El responsable de estos viñedos calificó su producción de 2014 como de muy buena calidad, fruto de un coupage del 95% Albariño y 5% Godello. «El vino está bien», comentó un satisfecho Benito Altuna, «porque el vino que me gusta es el que te invita a seguir tomando». Destacó la regularidad de su bodega y lamentó la falta de cultura del vino de la tierra. «Cuesta bastante comercializarlo aquí por lo que es imprescindible vender fuera para dar salida a la producción». Finalmente, señaló que su vino no es solo para tomarlo en el año, sino que «también el año próximo estará bueno».

Sel d’Aiz

Asier Alonso (Castillo Pedroso). 5 has. 5.000-6.000 botellas

A unos 500 m de altitud, Asier tiene plantadas cepas de Albariño, Riesling y Godelo, con las que elabora diferentes vinos, como un monovarietal de Riesling, un coupage Albariño-Godello y el Yenda Spicata, con uva seleccionada de Albariño y Godello. Se trata de vinos jóvenes (tercera elaboración) y con los que su autor trata de que expresen la zona donde crecen las cepas, en un contexto en que reciben la mineralidad y la salinidad de la zona caliza a apenas cinco centímetros de profundidad.

Asier presentó el monovarietal Riesling, la uva que mejor se adapta a la zona, que en nariz es cítrico (mandarina, pomelo, naranja…), muy sutil, flores blancas, y que respecto al de años anteriores ha dado un salto cualitativo en aromas. En boca, a juicio de Asier, presenta cierta acidez -un rasgo positivo-, frescor… y se nota las citadas salinidad y mineralidad.

Se trata de un vino que su autor cree que evolucionará el botella y que estará incluso mejor el año próximo.

También adelantó que el Spicata este año no es tan explosivo pero que es más complejo en boca, y que tanto el Albariño como el Godello van evolucionando positivamente.

A modo de conclusión, se mostró «satisfecho, pero hay mucho trabajo que hacer y mucho que aprender».

Behetría de Cieza

Manuel Torío (Cieza).2 has. 10.500 botellas

El responsable de esta pequeña bodega, con solo dos de sus cuatro hectáreas en producción por el momento, apeló de entrada por la mejoría de los vinos de Cantabria y apostó por hacer «un producto de calidad, nunca de cantidad». Describió su viñedo ubicado en el valle de Cieza donde solamente tiene plantadas cepas de Albariño, decisión de la que no se arrepiente.

De la vendimia y el proceso de maduración de la uva mostró su satisfacción por «lo que ayudó el tiempo», lo que les permitió estar en buenos niveles de acidez. La elaboración aquí es de «la forma más natural posible, fermentando con levadura natural».

Sobre el vino, lo definió como «bastante complejo», ya que se elabora con lías y remontadas cada 15 días. En boca, resulta agradable sin esconder la complejidad, aunque Torío subrayó que «el vino aún no está en plenas facultades. Estará mejor dentro de dos meses». Incluso apuntó que puede ser un vino «de guarda», porque dos años aguanta bien y se suaviza bastante al paladar.

Este año también están preparando un vino elaborado en barrica de roble francés con un tostado muy suave, pero que aún no se ha embotellado. En botella deberá estar seis meses y Torío anunció a los asistentes de la cata que «el año que viene os lo presentaré aquí en primicia».

Señorío del Pas

Coral Saiz y Antonio Caballero (San Martín de Villafufre). 4 has. 2.000 botellas

Con un 85% de Godello y un 15% de Gewürztraminer, en esta marca se realiza todo el proceso bajo los parámetros exigente de agricultura biodinámica, tanto en el campo como en la bodega, lo que significa que el vino no reciba ningún aditino, e incluso que no se filtre: «Es un vino sin trampa ni cartón», afirman sus autores. Con una graduación de 12,8, Coral y Antonio definen su vino de 2014 con un color amarillo pajizo con tonalidades rosáceas; en nariz, con aromas de flores y frutas blancas; y en boca, con un punto de acidez, toques minerales y de fruta golosa. En 2013 no vinificaron porque la calidad de la uva no fue la adecuada, a su juicio.

Tejea Verde

Fernando Renovales (Valle de Villaverde). 2 has. 5.000-6.000 botellas

Fernando fue el más veterano de los viticultores que participaron en la cata de vinos de Cantabria 2014. Y por ello está legitimado para poder mostrar su satisfacción de haber sido un pionero en la recuperación de los vinos blancos de Cantabria. Recordó como hace 33 años los vizcaínos «me convencieron para poner unas cepas. Me enseñaron y la experiencia salió bastante bien».

En su caso tiene plantado Hondarribi Zuri (sobre el 80%), Riesling (sobre un 20%) y algo de Folle Blanche y Petit Manseng. Empezó con el chacolí, pero a través de los planes Proder le animaron a recuperar el vino blanco de Cantabria y así se fortaleció su trayectoria como productor de referencia.

En su caso, no profundizó en las características de su vino, habitualmente definido como fresco y agradable, pero Fernado Renovales no ocultó su alegría por el trabajo que están desarrollando sus «compañeros de viaje», que cada vez son más en número y que a su juicio lo están haciendo muy bien. Cuantificó el número de bodegas en Cantabria en 16 -algunas aún no están en producción a la espera de que sus viñas crezcan-, una cifra muy lejana a las que había en el siglo XIX, más de 180, pero que desaparecieron en su totalidad, algo que impide a los elaboradores actuales tener referencias, bibliografía, experiencias para poder corregir o contrastar.

José Luis Pérez Redactor Jefe

Historiador y arqueólogo, trabajo desde los años noventa en El Diario Montañés donde he sido coordinador editorial de publicaciones y actualmente soy redactor jefe. Escribo de gastronomía desde hace algo más de una década y coordino el suplemento Cantabria en la Mesa.

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