Pastillas para el cerebro Pastillas para el cerebro
Todo comenzó con una película titulada ‘Sin límites’ y protagonizada por Robert de Niro y Bradley Cooper. Un joven escritor fracasado y hundido en... Pastillas para el cerebro

Todo comenzó con una película titulada ‘Sin límites’ y protagonizada por Robert de Niro y Bradley Cooper. Un joven escritor fracasado y hundido en el alcohol y las drogas y al que había dejado la novia se convierte en escritor de éxito, millonario hombre de negocios y senador gracias al hallazgo de una bolsa de pastillas que convierten a su cerebro en una súper computadora infatigable. A partir de aquí numerosas empresas lanzaron al mercado pastillas o cápsulas de composiciones diversas y todas con la pretensión de proporcionar efectos similares a los de la pastilla de la película. Una de sus últimas formulaciones está inundando la red y el resto de medios (EL DIARIO MONTAÑÉS incluido) con una campaña publicitaria de gran difusión en la que se incluyen (creo que sin su consentimiento) a actores de Hollywood, científicos y políticos.

El compuesto principal de lo que se ha calificado como «viagra para el cerebro» es la fosfatidilserina. Se trata de una grasa que es un componente esencial de las membranas de las células cerebrales y que interviene en numerosos procesos cerebrales, en especial en el de la memoria. Este compuesto comienza a disminuir en el cerebro con la edad y a esta deficiencia progresiva se le atribuye, en parte, la responsabilidad en la producción de muchos de los síntomas asociados al deterioro cognitivo, en especial la pérdida de memoria. Este compuesto está relacionado con la colina, de la que hemos hablado recientemente desde estas páginas. Hay numerosos estudios médicos serios en los que se demuestra que la administración de 300 miligramos diarios de fosfatidilserina mejora la memoria en pacientes de Alzheimer y de otras alteraciones neurodegenerativas.

En este asunto, como en muchos otros, más no implica mejor. El efecto del suplemento con fosfatidilserina solo es eficaz hasta cubrir las deficiencias que puedan existir en el cerebro de una determinada persona. Pero su exceso por encima de este umbral no solo es perjudicial sino que es inútil. Pero hay otras maneras de aportar a nuestro organismo esos 300 miligramos diarios de fosfatidilserina que se necesitan para que nuestro cerebro y para que nuestra memoria funcionen de manera adecuada: no tenemos necesidad de recurrir a pastillas milagrosas y de precios exorbitantes solo mediante la alimentación. Vean los miligramos de fosfatidilserina que pueden introducir en su organismo al comer cien gramos de los siguientes alimentos: Sesadas de ternera o cordero (700), caballa (450), arenque o atún (de 200 a 350), corazón de pollo y resto de menudillos (300), riñones e hígado (200) y alubias blancas (100).

La yema de huevo, que se cita en muchas confusas informaciones nutricionales, es rica en fosfatidilcolina, no en fosfatidilserina que es una molécula diferente aunque guarden relación entre sí. Algo similar ocurre con la lecitina de soja.

En definitiva para mantener el cerebro activo y una buena memoria solo hay que programar la alternancia de estos alimentos y sus combinaciones en nuestro menú semanal. Y debemos hacerlo mediante la preparación culinaria que más nos guste. El calor no inactiva a la fosfatidilserina que contienen.

José Enrique Campillo Médico

Catedrático de fisiología y experto en nutrición y alimentación.

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