Hay que estar hecho de una pasta especial para ser camarero de terraza, y no acabar en la consulta del psiquiatra al final de...

Hay que estar hecho de una pasta especial para ser camarero de terraza, y no acabar en la consulta del psiquiatra al final de la temporada…

Si es difícil contar con profesionales formados para la hostelería en general, tener en el equipo a alguien que sepa manejar los complicados servicios de las terrazas, es ya misión imposible.

Ahora que llega el buen tiempo y los establecimientos aprovechamos para sacar mesas y mobiliario a los espacios exteriores, tenemos más trabajo eso sí, y es positivo…, pero también más problemas porque es complicado poder atenderlo bien.

Los servicios en las terrazas son caóticos. Se concentra todo en días y en horas en concreto cuando hace buen tiempo. Como es complicado la previsión, no se sabe si vendrán 20 personas o 200…

Los clientes nos comportamos muy diferente en una terraza que en el interior del restaurante. En la terraza cambiamos y movemos el mobiliario como si tal cosa, limpiamos y recogemos nosotros mismos las mesas si hace falta, sacamos sillas de donde sea para poder acomodarnos todos, trasladamos la sombrilla de aquí para allá para que no nos achicharre el sol, estamos dispuestos a hacer nosotros mismos de camareros, y aceptamos cualquier cosa que haga falta con tal de ‘pillar’ mesa en la terraza…

La relación que se establece entre camarero-cliente no es la misma en la terraza que en el interior del establecimiento.

Al cliente todo le vale con tal de poder comer o tomarse una cerveza al solecito, y al camarero muchas veces le resulta imposible identificar si ese cliente ya está atendido o no, porque es muy habitual sentarse en una mesa sin limpiar y llena de vasos, o porque las consumiciones las sacan ellos mismos…

Y claro, cómo explicar que una terraza por mucho campo o espacio libre que se vea alrededor, también tiene un aforo limitado (unas sillas y unas mesas concretas), y que no solucionamos nada sacando el mobiliario del interior.

Y cómo hacer entender que tenemos una organización del servicio y una previsión de personal que no puede depender de la lluvia, o del sol, ni de cuantas sillas sacamos del comedor, sino de la capacidad de poder atender correctamente la terraza, dependiendo del espacio, del mobiliario, y del personal que tengamos.

Pilar Velarde Empresaria 2.0

Tenía 19 años cuando monté mi primer negocio. Han pasado muchas cosas desde entonces, muchas y muy intensas, y no ha sido fácil en absoluto, pero ha merecido la pena.

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