No he tenido ocasión desde mi visita a la Ciudad Condal en diciembre, de hacer un breve resumen sobre los cinco intensos días que...

No he tenido ocasión desde mi visita a la Ciudad Condal en diciembre, de hacer un breve resumen sobre los cinco intensos días que trascurrí por las calles catalanas disfrutando de su gastronomía. Ya les hablé del motivo por el que peregriné hasta allí (una reserva que atesoraba desde hacía 11 meses en el galardonado como ‘el mejor restaurante del mundo’, El Celler de Can Roca), pero no quiero dejar pasar más tiempo sin pronunciarme sobre los otros lugares que pude conocer y, sobre todo, disfrutar.

Mención especial se merece Suculent, esa pequeña ‘taberna’ del Raval en la que Toni Romero lleva ya tiempo brillando con luz propia. En mi segunda visita, apostada en la barra de su diminuto local –tendrá apenas 8 mesas más un reservado al fondo–, pude disfrutar de una cocina redonda, de combinaciones interesantes, técnica ejemplar y, sobre todo, auténticamente placentera. Maneja una carta bastante extensa además de dos menús degustación que aconsejo con los ojos cerrados para dejarse llevar por la experiencia y el buen hacer de Toni; yo pude catar platos que guardo en el recuerdo como el tartar de bogavante sobre piel de pollo al que le sigue la sopa thai de corales de bogavante, los guisantes con papada y butifarra negra, el steak tartar sobre tuétano asado (¡mon dieu!) o la cresta de gallo con hoisin. Como les digo, visita obligatoria, sí o sí.

Pero si están por allí también les recomendaría probar la Bodega 1900, el formato más informal donde los Adriá le dan vida a una tapa fresca y puesta al día con platos ya clásicos como su bocadillo de calamares, la caballa ahumada o los puerros con vinagreta de ceniza. El lugar no es cómodo, las mesas diminutas y el precio no resulta barato pero la experiencia de vivir el concepto lo merecen; para la próxima me quedó pendiente conocer a su hermano mayor, Tickets, pero las reservas aquí cotizan al alza.

Siguiendo en la misma línea, uno de los más sonados últimamente es el Mont Bar, el restaurante cuya cocinera ha logrado alzarse con la segunda posición en el concurso de cocinero revelación 2016 celebrado en Madrid Fusión y cuyo tartar de atún sobre berenjena ahumada bien merece la visita. Es curioso que los tres locales de los que les estoy hablando responden a una estética similar: pequeños, informales, con barra y muy orientados al tapeo aunque escondan preparaciones elaboradas y gran calidad en su producto.

Aunque no es todo alta cocina en Barcelona y por ello les soplaré dos de mis rincones favoritos cuando lo asiático apetece: el primero es Ramen Ya Hiro, donde he podido degustar la mejor sopa japonesa jamás probada igual que su chashu don, un arroz con panceta de cerdo en salsa que está para quitar el sentido; eso sí, las colas para acceder son eternas así que les recomiendo que lleguen pronto. Y si es chino lo que desean probar sin dejarse los cuartos, no hay más auténtico que el que se encuentra haciendo esquina entre las calles Alibei y Roger de Flor, mesas grandes, todos los platos al centro y mucho disfrute del guarrete cuando sus empanadillas a la plancha o sus berenjenas con carne arriban a la mesa. Que lo disfruten.

Clara PVillalón Miss Migas

Me llamo Clara, y lo soy. Soy creativa, testaruda, divertida y un poco locatis. No cierro discotecas y me gusta comer con las manos; si tengo que elegir me quedo con una cocina tradicional pero renovada, sin demasiadas esferificaciones ni metales preciosos.

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