Chef Cantabria tiene nombre de mujer Chef Cantabria tiene nombre de mujer
María Rodrigo se lleva el premio ganando en dos de las categorías. Dicen los grandes profesionales de la cocina que el futuro de la... Chef Cantabria tiene nombre de mujer
María Rodrigo se lleva el premio ganando en dos de las categorías.

Dicen los grandes profesionales de la cocina que el futuro de la gastronomía en Cantabria está asegurado. Que las generaciones que vienen, formadas como muchos de ellos en las tres escuelas de cocina de la región, caminan con pasos fuertes. Que en estos centros se trabaja bien y, sobre todo, se fomenta el talento. Y también está claro que cada vez son más las mujeres que se forman en Las Carolinas, el IES de Peñacastillo y el IES Fuente Fresnedo de Laredo. Antes, el oficio de cocinero parecía dedicado exclusivamente a los hombres, pero parece que las tendencias cambian deprisa. Y ellas, precisamente, han sido las que se han llevado ‘el gato al agua’ en las dos últimas ediciones de Chef Cantabria. Si el año pasado sorprendió Nicoleta Slabu con un original postre que le hizo llevarse la chaquetilla blanca como ganadora del concurso que organiza EL DIARIO MONTAÑÉS a través del suplemento Cantabria en la Mesa, el martes fue la salmantina María Rodrigo, de la Escuela de Hostelería de Las Carolinas, la que logró la medalla de oro. Y eso que no fue nada fácil.

Año tras año, el nivel de los participantes en el concurso Chef Cantabria es más alto y es difícil seleccionar a los mejores, esta vez entre treinta aspirantes a llevarse los grandes premios.
María Rodrigo lo había rozado el pasado año. Su canutillo relleno de rabo de ternera y puré de hongos ganó el premio en el apartado de carnes, y eso que tuvo que sobreponerse a varios contratiempos, entre ellos el haberse dejado la salsa en Las Carolinas, lo que le obligó a recurrir a otra farsa improvisada. Pero el martes se ‘salió’ con dos platos que sorprendieron a los exigentes miembros del jurado: una fusión de callos con garbanzos y una delicia de carrillera a baja temperatura sobre tierra de avellana y risotto de bulgur de hongos.

El primero destacó por su sabor, lo bien ligada que estaba salsa de las vísceras y la legumbre, y su presentación. De la segunda, el ‘tribunal’ destacó todo, en especial la buena armonía de los ingredientes. Y también el acierto del risotto.

De la espontaneidad de este concurso, del compañerismo entre futuros profesionales de los fogones, basta con anotar que antes de ser designada Chef Cantabria 2016, María Rodrigo le hacía con su teléfono móvil una fotografía al ganador del apartado de postres, su compañero en Las Carolinas, Rubén Mar tín. Fueron unos segundos antes de imponérsele la chaquetilla de los campeones.
Fue el consejero de Educación, Cultura y Deporte, Ramón Ruiz, el que entregó a la salmantina la camisola bordada. Y en su discurso, tras felicitar a los 120 aspirantes a los distintos premios y a los 30 finalistas, destacó el «buen hacer de alumnos y profesores». Y según señaló, «tenemos en Cantabria brillantes cocineros y maitres». Tuvo también palabras de agradecimiento para los miembros del jurado.

Ramón Ruiz prometió «seguir colaborando con este concurso que crea expectación» y tras decir que la «gastronomía es cultura» habló de una partida específica «para poner en valor la cultura y la gastronomía».

Antes de él tomó la palabra Ignacio Pérez, director general de EL DIARIO MONTAÑÉS, organizador de Chef y Maitre Cantabria. Comenzó agradeciendo el apoyo de la Consejería de Ramón Ruiz y de la empresa Top Cash, que este año se incorpora al evento. Pérez dijo que el concurso «no ha hecho más que crecer año tras año gracias a la ayuda de las tres escuelas», al tiempo que señaló que «el objetivo sigue invariable: ayudar a mejorar la calidad de la gastronomía de Cantabria, fuente importante del turismo de la región». También le tocó en el turno de discursos intervenir a Clara Pérez Villalón, que deslumbró en la primera edición del televisivo Master Chef y que desde hace algún tiempo se encuentra por tierras madrileñas formándose aún más. Habitual colaboradora del suplemento Cantabria en la Mesa, Pérez Villalón se dirigió a los concursantes en nombre de todo el jurado y dijo que «sé que habéis pasado muchos nervios. Yo he estado en vuestro lugar. Gracias por compartir vuestra pasión por la gastronomía y no dejéis nunca de soñar y de crecer».

La cocinera afirmó además que, «esto no es lo que se ve por televisión. Son las 16 horas de trabajo diarias que tienen la recompensa de ver satisfecho al cliente».

Destacó en el acto protocolario de entrega de premios los que se le otorgaron a tres docentes de las escuelas de cocina de Cantabria. Los tres fueron vitoreados por sus alumnos, aplaudidos y felicitados por todos los presentes en la sala de actos del IES de Peñacastillo. Se trataba de Silvia Vega, del Fuente Fresnedo de Laredo; Juanma España, de Las Carolinas, y Marta García, del centro que durante la mañana del martes acogió el concurso. Tres profesores que durante semanas han estado arropando a sus alumnos, aconsejándoles, preparándoles para una participación digna en este concurso que dirigió como es habitual el redactor jefe de EL DIARIO MONTAÑÉS, José Luis Pérez, responsable además del suplemento Cantabria en la Mesa.

50 años y más cosas

Eusebio Santibáñez recibió uno de esos premios mal llamados de consolación que animan a continuar en la brecha. A él, el jurado decidió concederle el galardón al mejor ayudante. El que patrocinaba el Hotel San Román de Escalante. Este alumno del Instituto Fuentes Fresnedo, de Laredo, de 50 años de edad, había ayudado a David Martínez en el apartado de pescados a elaborar un bacalao a la sidra que, a pesar de no haber ganado, causó una buena impresión en el jurado. Para él, «la experiencia ha sido muy buena, maravillosa. Nunca había participado en un concurso como este. Mi compañero me ha enseñado mucho». Santibáñez, hasta ahora, solo había cocinado para sus amigos. Ahora se forma en el IES de Laredo.

Hubo dos platos que llamaron la atención por su significado. Uno fue el presentado por Adrián Roiz y Lucya Verreschi, de Las Carolinas. Ellos habían preparado un sorropotún típico de San Vicente de la Barquera fusionado con Japón. El guiso iba dentro de una cazuelita de metal, rodeada de una recreación de la playa de la villa. Nacho Cañada, del mismo centro, presentó un snack que reivindicaba toda la comida que se tira a la basura. Utilizó pequeños contenedores para, en su interior, introducir una serie de guisos de distintos colores y texturas.

Diego Ruiz Redactor

Santander 1960. Universidad de Cantabria. Sección de Deportes, Cantabria en la Mesa y, a veces, algo de toros.

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