Una de las cosas buenas de la globalización es la cantidad de ingredientes, platos y preparaciones extranjeras que han llegado dentro de nuestras fronteras...

Una de las cosas buenas de la globalización es la cantidad de ingredientes, platos y preparaciones extranjeras que han llegado dentro de nuestras fronteras y hemos podido probar y disfrutar en las mesas a las que acudimos día a día. Los primeros, sin duda alguna, fueron los italianos, con sus magníficos hornos de leña en los que elaborar deliciosas pizzas o la archiconocida pasta, tanto rellena como sin y acompañada de cienes de salsas adictivas. También vivimos el boom de la cocina china «a nuestra manera», con formatos en los que abundaban los nada tradicionales arroz tres delicias o pato a la naranja, pero que nosotros comíamos felices gracias a nuestra ignorancia y que no es hasta los últimos años cuando han empezado a imperar los establecimientos que ofrecen su cocina más real y verdadera, sus ollas calientes, sus especias y sus ingredientes un tanto complicados (pulmones, tendones, patas de pollo…).

Los mexicanos supieron hacernos fieles a sus nachos y sus tacos, al guacamole y a las quesadillas, y, aunque también fue primero su versión tex-mex la que se estableció con fuerza, ahora también nos llegan sus chiles en nogada o los riquísimos chilaquiles, más férreos a su ingesta del día a día.

A nuestras costas han arribado los indios y los japoneses, la cocina árabe o la brasileña y acudimos encantados de vez en cuando a catar sus especialidades con ‘mono’ de salir de nuestros sabores, pero. ¿visitarían ustedes un restaurante español si fueran tailandeses?

He tenido la suerte de viajar bastante -aunque nunca mucho ni lo suficiente- y nunca he podido ver restaurantes españoles a los que los autóctonos acudiesen asiduamente. Es más, en la mayoría me he encontrado con paellas infames, gazpachos llenos de grumos y con sabor a rayos y decoraciones de toros y olé que no hacen justicia a lo bien que se come en nuestra península.

¿No hemos sabido vendernos? ¿Nos ha llegado tarde la era del marketing? Poco a poco van naciendo conceptos hispanos que triunfan en países como Inglaterra (es necesario mencionar Ibérica de Nacho Manzano o Hispania de Marcos Morán), pero todavía no entiendo cómo no hay establecimientos que vendan croquetas a ‘punta pala’ o triunfen con sus tortillas de patatas a la minute. Piensen en un döner kebab pero a la española, y más limpio, ¿no sería un éxito seguro?.

Clara PVillalón Miss Migas

Me llamo Clara, y lo soy. Soy creativa, testaruda, divertida y un poco locatis. No cierro discotecas y me gusta comer con las manos; si tengo que elegir me quedo con una cocina tradicional pero renovada, sin demasiadas esferificaciones ni metales preciosos.

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