Vinos cántabros con denominación de origen Vinos cántabros con denominación de origen
Los productores cántabros buscan el lugar que les corresponde por la calidad de unas denominaciones de origen, las de Tierra Costa de Cantabria y... Vinos cántabros con denominación de origen
Los productores cántabros buscan el lugar que les corresponde por la calidad de unas denominaciones de origen, las de Tierra Costa de Cantabria y Tierra de Liébana, que siguen sumando distinciones dentro y fuera de España.

José Carlos Rojo :: Al hablar del vino cántabro, las cifras van desacompasadas. Es cierto que la tradición vuelve, que en la última década el revulsivo de la producción parece querer alcanzar la producción de antaño, cuando hace más de un siglo Santander, Trasmiera y Liébana eran denominaciones de origen con renombre; pero las ventas no parecen caminar en la misma dirección. «Nos preguntan por la crisis y lo cierto es que nosotros pusimos en marcha la bodega en plena crisis, no sabemos aún lo que es funcionar bien». Para Benito Altuna, propietario de Bodegas Nates -localizada en Bárcena de Cicero-, lo fundamental es reivindicar el producto. «Todo el mundo que lo cata destaca su calidad, su gran sabor, pero después cuesta gastarse los siete euros que cuesta la botella. Y es que no podemos cobrar menos. Es un vino de calidad y de producción pequeña», explica.

Por eso su presencia este año en la gran feria de los artesanos agroalimentarios cántabros, que acoge el Palacio de Exposiciones desde hoy y hasta el domingo. «Hay que estar ahí, explicarle a la gente que este es un vino tradicional, lo mismo que toda la producción cántabra. Que es de la tierra y que forma parte de la economía de la región». Se refiere al conjunto de firmas que engloban a las denominaciones Tierra Costa de Cantabria y Tierra de Liébana. La primera, que abarca todos los valles próximos al mar con clima atlántico, y que utiliza uvas blancas como el albariño, la treixadura, el chardonnay, godello, nesling, hondarribizuri y gewürtztraminer. Y la segunda, hace un tiempo único reducto de los viñedos cántabros, donde conviven vinos tintos y blancos.

«Hay que explicar a la gente que este es un vino tradicional, de una gran calidad y producido en la tierra»

Son todos caldos elaborados con la tradición como lema. «Hay que entender que la calidad del producto es diferente a la que se puede adquirir por menos dinero. Si el cliente entiende que el precio no es un capricho, sino que se corresponde con la valía del producto, seguro que venderemos más», comenta Javier Blanco, de Picos de Cabariezo, la famosa bodega cántabra ubicada en Liébana.

Es una carrera de fondo. Hace tan solo una década pocos hablaban del vino cántabro. Hoy es una realidad y es rara la oferta de restauración de un establecimiento de prestigio que no contenga en su carta alguna de estas firmas. «Pero quizá es ahora cuando, ya conocidos, tenemos que esforzarnos por consolidar la denominación de origen», completa Blanco. Curiosamente, los paladares foráneos saben apreciar en mayor medida los sabores atlánticos producidos junto al mar Cantábrico. «Precisamente hace muy poco vendí 130 cajas de botellas de la cosecha del 2014 a un cliente de EEUU. No ganamos apenas pero por lo menos me lo quito de las manos y duermo tranquilo», confirma Altuna, muy satisfecho por otro lado con la cosecha de este año. «Alcanzaremos las 11.000 botellas, alguna más que en el pasado año, pero lo mejor es que tiene una calidad inmejorable. Las condiciones han sido las idóneas».

Enclave inigualable

Las opiniones de los expertos coinciden en señalar a Cantabria, como al resto del litoral norte español, como solar perfecto para elaborar buenos vinos blancos, especialmente para esas uvas acostumbradas al frío. «Por eso tenemos que explicarnos y dar a probar nuestro producto. Es una labor en la que no existe competencia entre firmas, en la que tenemos que remar todos hacia el mismo lado». Javier Blanco confirma en ese sentido su presencia en la feria de los productos cántabros. Y anima a la innovación como punto de partida para abrir nuevos mercados. En Ribera del Asón, Mikel Durán ya se ha puesto manos a la obra. Su oferta incluye visitas a la bodega, cata del producto y explicación del proceso de elaboración artesanal. «Tenemos una casa rural junto al viñedo y eso nos permite explicar al turista de primera mano cómo es el trabajo del día a día en la explotación». De cara al verano, su objetivo pasa por una mayor visibilidad de la marca: «Pondremos un punto de venta directa a la entrada de Noja. Necesitamos estar donde esté la gente. No todos pueden venir a visitarnos».

Aunque todos, a la postre, destaquen las bondades del sabor del vino blanco de la región, con ese tinte fresco y con acideces equilibradas que maridan con la gastronomía del norte. «Las instituciones deberían darse cuenta de que en esta región se vive del turismo en gran medida, y que poner en valor este activo, los vinos de producción artesanal en la tierra, podría revalorizar una oferta que tiene que estar reinventándose continuamente. La Administración es un organigrama muy complicado, pero estaría bien que nos hicieran un poco más de caso», reivindica Durán.

Los productores

Picos de Cabariezo. Tiene un tinto Tierra de Liébana (en sus variantes Picos de Roble y Picos Joven) y un blanco ‘Hielo de Picos’. Su experiencia viene avalada por el tiempo, porque se creó en el 2000.

Nates. La producción tradicional y de calidad es la seña de identidad de esta bodega con 3,5 hectáreas de viñedos en Bárcena de Cicero, donde produce su exquisito vino blanco.

Ribera del Asón. Nacida en 1999, es una de las que más viñedos posee en Cantabria, con una plantación de diez hectáreas entre Noja y Castillejo.

Redacción CEM Área de Redacción

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