Desde que he descubierto la tortilla de calabacín soy otra persona. Este podría ser el comienzo de alguna novela tróspida de autoayuda pero no,...

Desde que he descubierto la tortilla de calabacín soy otra persona. Este podría ser el comienzo de alguna novela tróspida de autoayuda pero no, soy yo confesando que, al margen de que cualquier cosa con huevo suela entusiasmarme, estoy a punto de sustituir la clásica ‘de patatas’ por una versión facilona, sana y rápida con esta hortaliza. Calabacines y huevos sí, no intenten jugar con las imágenes de ambos formando un conjunto ni me malinterpreten al decir que no encuentro mayor placer que el de morder un huevo y que me explote en la boca, ¡bendita yema!, y es que soy de las que cree a pies juntillas que para tal festín sólo necesitarán un trozo de pan en cada mano, un buen aceite de oliva virgen extra donde freírlo (y que haga puntillita) y una pizca de sal que lo corone.

Últimamente se ha puesto de moda encontrar el famoso huevo a baja temperatura, o a 65ºC, en los restaurantes más punteros de la nación: con cremoso de patata, con jamón en lascas, con boletus, con ‘trufa’; aparecen de todas las cartas junto a los tatakys, ceviches, tartares que ya tanto aburren pero. ¡es que casi nunca fallan!

Recuerdo con gloria el primer huevo pochado que hice utilizando la técnica del film de cocina, no había nada más que untar éste con un poco de aceite y forrar una taza en la que volcar el ovo para luego cerrarlo entre el plástico formando un saquito. La bolsita se introducirá en un cazo con agua hirviendo y se dejará un par de minutos o tres, hasta que la clara cuaje y la yema siga líquida y al abrir el regalo encontremos una florecilla blanca con corazón anaranjado. Famoso es el huevo millesimé que el cocinero italiano afincado en España, Andrea Tumbarello, ha prodigado por todo nuestro país aunque en sus preparaciones prefiero irme a la tradición de una fantástica tortilla de patatas como la del Manila o los huevos con bechamel y rebozados que preparaban en las Bodegas La Conveniente.

Para los amantes de la pasta está claro que es el rey de la carbonara así que pueden acercarse hasta el nuevo El Italiano a probarla, con guanciale y pecorino como manda la receta original aunque de verdad, inténtenlo con la ‘omelette’ de calabacín simplemente salteando éste con un poco de aceite y una cebolla picadita, sal y pimienta negra con la mezcla antes de cuajar y en menos de quince minutos la delicia estará en la mesa.

Clara PVillalón Miss Migas

Me llamo Clara, y lo soy. Soy creativa, testaruda, divertida y un poco locatis. No cierro discotecas y me gusta comer con las manos; si tengo que elegir me quedo con una cocina tradicional pero renovada, sin demasiadas esferificaciones ni metales preciosos.

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