


Los restaurantes de comida tradicional perduran con el tiempo.
No pasan de moda a pesar de los años y las nuevas tendencias gastronómicas. La nueva cocina, la fusión, la nueva alquimia en los fogones, no han acabado aún con las virtudes de la comida tradicional y los llamados restaurantes clásicos. En ellos se trabajan por norma productos de primera calidad, generalmente de temporada y se cocinan como toda la vida. Con el toque siempre personal de quién maneja cazuelas y sartenes.
Carnes autóctonas, pescados y mariscos de la costa, verduras y legumbres de nuestros huertos, leches, quesos, huevos, frutas… Todos llegan frescos a los fogones de estos denominados restaurantes clásicos que abundan en Cantabria y se cocinan con aceites de oliva de calidad, para no desvirtuar el producto.
Los reyes de los restaurantes clásicos son principalmente las carnes, los pescados y las legumbres. Chuletones de vaca, novilla, ternera o buey; lechazos y corderos de Castilla; cabritos; productos de la matanza del cerdo… No suelen faltar en estos establecimientos. Y tampoco los pescados que a diario llegan a las principales lonjas del Cantábrico. Merluzas, lubinas, jargos, doradas, rodaballos, pescado de palangre…, y bocartes y bonito en temporada.
No se puede dejar pasar por alto la gran demanda que, en los clásicos’ tienen durante los meses más fríos los cocidos, tanto el montañés como el lebaniego. A los caricos, esa alubia roja de gran calidad que en Cantabria tienen una legión de seguidores.
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