

Pan cuco
Remartini Seco 30/07/2015 David Remartinez 0

No sé, sinceramente, si podremos soportar tanta belleza al comprar el pan. Quizá la burbuja de las panaderías cucas se nos está yendo de las manos. Yo hasta he empezado a hacerme selfis cada mañana con las dependientas sujetándome la barra, o los cupcakes, o las baguetes festoneadas de semillas exóticas, o lo que adquiera ese día entre su abundante oferta. Abro bien la boca y pongo cara de hogaza, y lo etiqueto en instagram como #pan #parapapapan #ilovepan #madalenasricas #mividaesmía. Porque me encantan estas boutiques de la masa precocida, y los gorritos de los empleados, y sus lámparas largas y metálicas de luz blanca, y los mostradores casi antiguos, y todo el establecimiento como de pueblo bonito #ilovepan. Me encanta, en serio, creo que hasta voy a abrirme un blog, #ilovepan #panrico #aynoquesunamarca #puestambiénbimbo. Ya era hora de que alguien convirtiera este tipo de negocios en un sector moderno, antes estaban a medio barrer. En la calle Cardenal Cisneros de Santander sobrevive un local donde todavía madrugan y preparan a diario masas y panes. Huele raro, como a fermentación. El panadero va cubierto de harina y a mí me da miedo, porque además siempre pienso que del obrador va a salir un puercoespín gigante (y gay) puesto de cocaína hasta las cejas. El otro día probé el pan por curiosidad y está que te cagas, pero no tenían macarons, las galleticas esas de colores que me chiflan, #ilovemacarons #forever, aunque cuando voy a pedirlos suelo decir por error «espaguetis» y los dependientes me miran desconcertados. Pero entonces me hago otro selfi y guai.
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