

El faro de Italia
Remartini Seco 22/07/2015 David Remartinez 0

Cuenta Liniers en una de sus hermosas viñetas que «cuando se retiran, muchos faros se van a vivir a las montañas». Yo pienso hacer lo mismo. Cuando me retire de mi oficio –en breve–, me dedicaré a escribir libros de gastronomía con una facilidad extraordinaria, pues he leído tantos ya que casi los he olvidado por completo. Son migas en el hule de mi rústica memoria, pero como en una casa desordenada, al fin y al cabo ahí están. Así que podré plagiarlos sin remordimiento, a causa de mi ignorancia, pero a la par sin darme importancia, por esa misma consciencia de mi oquedad. Seré como un faro sin luz hablándole al silencio de una montaña, y seré más feliz aún, porque habré dejado de dar vueltas. Mi esfuerzo, ahora sí, tendrá un sentido: caer al vacío. En mi primer libro de esta serie warholiana adaptaré para España “Delizia, la historia épica de la comida italiana”, una crónica rigurosa sobre el devenir del país transalpino, que es también un libro sobre libros (de cocina) y una entretenida recopilación de cuentos sobre gente singular, sobre muchas vidas. Su autor, John Dickie, derriba con erudición un tópico tras otro: la pasta no llegó de Asia sino de África; la buena cocina italiana no surgió en el campo, sino de la burguesía urbana, y tampoco constituye un corpus de conocimiento secular, sino que se estandarizó como tal hace unas pocas décadas, y en buena parte gracias a la melancolía de sus emigrantes. Es decir, que la gastronomía italiana es un faro de luz breve, un mito desordenado plagado de plagios, fortunas y mentiras. Prometedor, inventado y fascinante. Como cualquier vida.
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