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El slow food apuesta por las materias primas de proximidad. En las tres últimas décadas el panorama gastronómico ha evolucionado y se ha transformado... El producto más cercano
El slow food apuesta por las materias primas de proximidad.

En las tres últimas décadas el panorama gastronómico ha evolucionado y se ha transformado en todos los sentidos y direcciones. Aunque la alimentación puede parecer un fenómeno inamovible, las costumbres, las modas, las tendencias… provocan reacciones y cambios en la sociedad. Y uno de los más significativos desde la década de los ochenta del siglo pasado ha llegado de la mano del movimiento denominado slow food, que significa comida lenta en contraposición de la fast food o comida rápida.

El slow food surgió en Italia, cuando en 1986 se inauguró un establecimiento de una gran cadena internacional de comida rápida o también llamada por algunos comida basura. Hubo reacciones y manifestaciones en contra de esa tendencia, decidiendo sus promotores que era necesario apostar por la lentitud en la comida, por los productos naturales y de proximidad, por las recetas de toda la vida y por el gusto, sin prisas.

Paulatinamente, se sumaron a estos principios cocineros de todos los perfiles, profesores e investigadores, productores, críticos gastronómicos, distribuidores y amantes de la buena mesa. La finalidad era y sigue siendo salvaguardar el patrimonio alimentario de la humanidad y considerar a la gastronomía, a la comida saludable como un patrimonio cultural y de todos.

El movimiento ha crecido y hoy está presente en más de 130 países de los cinco continentes. En 2004, la FAO reconoció oficialmente a Slow Food como organización sin ánimo de lucro e instauró con ella una relación de colaboración.

Concienciación

Esta filosofía ha calado entre cocineros y productores. Como primer escalón de la cadena, los elaboradores están obligados a defender las buenas prácticas y una alimentación saludable, ya que ello es la clave de la viabilidad de su negocio. Por su parte, los cocineros han fortalecido su relación con el entorno y en sus cartas y propuestas se considera un valor añadido emplear materias primas de proximidad, producidas, cultivadas, pescadas o tratadas con métodos tradicionales. Esto también el consumidor lo valora a la hora de elegir su restaurante.

José Luis Pérez Redactor Jefe

Historiador y arqueólogo, trabajo desde los años noventa en El Diario Montañés donde he sido coordinador editorial de publicaciones y actualmente soy redactor jefe. Escribo de gastronomía desde hace algo más de una década y coordino el suplemento Cantabria en la Mesa.

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