Apasionado del rock y la cocina, fichó al genial cocinero y fue el artífice de su éxito.
El éxito de El Bulli no hubiera sido posible sin Juli Soler. Amigo, socio y mano derecha de Ferrán Adrià, director y copropietario del que fuera el mejor restaurante del mundo, Soler ha fallecido en la madrugada de este lunes a causa de lagrave enfermedad neurodegenerativa contra la que batalló en los últimos años. Tan apasionado por el rock como por la alta cocina, fue Soler quien fichó al genial cocinero catalán en los ochenta y el artífice de su éxito. Si Adrià aportaba la creatividad y el talento en los fogones, Soler era la materia gris, la simpatía y el alma de la gestión en el día a día del legendario restaurante gerundense que dejó de atender comensales en 2011.
«Juli Soler ha fallecido. Siempre estarás con nosotros» tuiteaba Adrià esta mañana, confesando que la muerte de su socio era «la noticia más triste que nunca hubiera querido dar». Casado con Marta Sala, los dos hijos del matrimonio, Pancho y Rita, están profesionalmente ligados a El Bulli.
Cuando Adrià aterrizó en la cala de Rosas donde haría historia, Soler ya estaba allí. Ocupaba el cargo de director de El Bulli cuando Adrià entró en la cocina para oficiar su magia culinaria. Se asoció con Soler en 1990 y el dúo sería capaz de desarrollar un nuevo concepto gastronómico, toda una revolución que colocaría a la cocina española en la cúspide mundial en el arranque del siglo XXI.
Un éxito incontestable y global que marcaría al mismo tiempo el giro de timón definitivo y el cierre de El Bulli como restaurante, acosado por las pérdidas. Después de tres décadas de ascendente andadura, se convertía en una fundación radicada en el mismo edificio del mítico restaurante en cala Montjoi y reconvertido hoy en un centro de investigación culinaria:El Bulli Foundation.
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