Veintisiete horas vagando por diferentes aeropuertos del mundo y planeando al ras de las nubes dan para que el apetito se abra unas cuantas...

Veintisiete horas vagando por diferentes aeropuertos del mundo y planeando al ras de las nubes dan para que el apetito se abra unas cuantas veces. Hay que decir que todo depende bastante de la aerolínea con la que viajes, y Emirates me ha sorprendido gratamente, pero si nos ceñimos a la opción de los aeropuertos la tristeza es abundante. Hoy en día la cosa ha mejorado, en Madrid se ha instaurado Kabuki en su formato Kirei que sirve sushi a un precio no demasiado elevado -tengamos en cuenta el lugar en el que estamos- haciendo la competencia a otras marcas que funcionan al ralentí, como es el caso de Burger King con colas enormes, personal lento y hamburguesas peor ejecutadas de lo habitual, o aquellas cuya inflación aérea las hace prácticamente inaccesibles por relación calidad-precio. Aceptémoslo, si estamos con los pies en la tierra, y una vez dentro de la terminal, pagaremos el impuesto revolucionario por todo lo que nos comamos y aunque parece que poco a poco la tortilla de plástico va abandonándose por bocadillos un poco más cuidados y una oferta más variada, en los pequeños aeropuertos se sigue sufriendo esta enfermedad.

Una vez en el aire, las papilas gustativas se acartonan y parece que el aroma a las alturas que sale de los pequeños hornillos que calientan comida no resulta en el mejor de los olores. ¿Pollo o pescado? Parece que da un poco igual, de la misma manera que al elegir entre pollo y huevos revueltos para el desayuno, cuyo sabor mejora y parece que, después de 18 horas, entra más fácil.

Me resulta un bocado parecido al de hospital, un poco más condimentado pero del todo insulso y me pregunto si es por necesidad o por comodidad. Últimamente he estado probando bastante comida pre-elaborada, fundamentalmente de manos de Wetaca (www.wetaca.com) porque es el proyecto nuevo de Efrén, uno de mis compañeros de Masterchef, y no puedo entender cómo su formato no triunfa ya en alguna aerolínea. Comida con sabor, como en casa, con buenos puntos y de la que se puede apreciar lo que se está comiendo; así sí. Por favor, señores directores aéreos, sé que hay que reducir costes pero estoy convencida de que puede llegarse a un punto medio.

Clara PVillalón Miss Migas

Me llamo Clara, y lo soy. Soy creativa, testaruda, divertida y un poco locatis. No cierro discotecas y me gusta comer con las manos; si tengo que elegir me quedo con una cocina tradicional pero renovada, sin demasiadas esferificaciones ni metales preciosos.

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