Festival de fruta Festival de fruta
Hoy les hablamos de un tipo fabuloso. Mi abuelo Mariano siempre estaba comiendo fruta. Desde que se jubiló, a todas horas te lo encontrabas... Festival de fruta

Hoy les hablamos de un tipo fabuloso.

Mi abuelo Mariano siempre estaba comiendo fruta. Desde que se jubiló, a todas horas te lo encontrabas atizándole mordiscos a un melocotón (mordiscos de crío: gordos, ansiosos y felices), o diezmando una sandía mientras departía con quienes pasaban en ese momento por la cocina, o pelando una naranja a pelo con sus dedos de zapatero remendón. Porque mi abuelo fue zapatero: sabía hacer zapatos, venderlos y repararlos. También tenía un problema de corazón que le prohibía la sal en la comida, y quizá por esa ausencia encontraba tanto sabor en la fruta, no sé. Nunca he visto a nadie disfrutarla igual, ni a nadie con más tiento para elegir el melón bueno de entre una gran pila. Algunas mañanas yo me levantaba con resaca (con una de esas resacas juveniles: amnésicas, trempadas y felices) y me sentaba a comer rodajas con él. A su lado te calmabas. Con sus manazas desplazaba el cuchillo por el melón con la soltura de un delineante, cortaba una rodaja, me la daba, me miraba desde un soslayo de sorna, y decía que a mí, en realidad, no me gustaba beber, que solo bebía porque lo hacían mis amigos. Y entonces se echaba a reír el jodío como si le hubieran contado el mejor chiste de su vida. Siempre que se acerca el verano, con su festival de fruta, me acuerdo de él, igual que cuando compro un melón a ciegas o cuando llevo unos zapatos a arreglar y el olor a cuero inevitablemente me hace llorar. Toda esa tristeza me hace muy feliz.

David Remartinez Redactor

(Zaragoza, 1971). Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha trabajado en radio, televisión y prensa, y se incorporó a la plantilla de El Diario Montañés en 2011. Actualmente trabaja en la edición digital y escribe el blog Remartini Seco.

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