Solo Millo Solo Millo
Este sábado, una columna gastroencefálica y asilvestrada en el ilustre suplemento del diario. Quitarme la camisa y el pantalón, con su refajo adosado. Descalzarme... Solo Millo

Este sábado, una columna gastroencefálica y asilvestrada en el ilustre suplemento del diario.

Quitarme la camisa y el pantalón, con su refajo adosado. Descalzarme el corazón y dejar que el viento me llene los ojos hasta hacerles llorar sin que las lágrimas tengan nada que ver conmigo. Brincar entre matojos, patear piñas, escupir a los insectos, berrearle a los pájaros, gritarle al mundo que se vaya al carajo. De repente, atisbar una cabra y salir corriendo tras ella, riendo como una hiena, husmeando su rastro de bolas negras de la que ambos escalamos un risco desde el que, sin lugar a dudas, poderme matar. Alcanzar sudado y excitado al chivo en la cumbre de mi aventura. Mirarle. Acariciarle la sotabarba mientras rodeo su cuerpo y le tiento los cuartos traseros y entiendo –íntimamente– determinados vicios ancestrales del pastoreo. Al ganado se le chista porque ambos animales, el pastor y el cuadrúpedo, se confidencian así el secreto. Balo. Ya no tengo pies sino pezuñas, y mis manos solo quieren agarrar. Atravieso un enorme campo de espliego, y el cosquilleo de las plantas al rozarme el anzuelo me cubre el amor de una profunda fragancia a lavanda, y también un poco a caca, pues mis esfínteres, vaya, se han acabado por asilvestrar también. Ya está: soy una bestia. Entonces abro los ojos y me parto otro trozo del solomillo de ternera a la brasa que me han servido en La Castañalera, en Totero, adonde me ha llevado Gonzalo, que ahora me observa asustado. «¿Qué coño haces eructando de esa forma?, ¡se ha dado la vuelta todo el local, animal!» Ay. Cómo explicarle de dónde acabo de llegar, con solo un bocado de ese manjar.

David Remartinez Redactor

(Zaragoza, 1971). Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha trabajado en radio, televisión y prensa, y se incorporó a la plantilla de El Diario Montañés en 2011. Actualmente trabaja en la edición digital y escribe el blog Remartini Seco.

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