Culto al vermú y al aperitivo Culto al vermú y al aperitivo
El emblemático bar Solórzano se reforma y se especializa. La moda del vermú y del aperitivo es una de las tendencias mejor identificadas en... Culto al vermú y al aperitivo
El emblemático bar Solórzano se reforma y se especializa.

La moda del vermú y del aperitivo es una de las tendencias mejor identificadas en el panorama gastronómico en los últimos meses. Como ocurrió con los gin tonics, ahora las referencias de vermús son casi incalculables y emergen negocios que apuestas por la especialización. En Santander, un clásico ‘de toda la vida’ y referencia del aperitivo, el Solórzano ha apostado firmemente por convertirse en la vermutería de referencia de la ciudad. Para ello, su propietario, Carlos Crespo, lo primero que ha hecho ha sido reformar el local, consiguiendo optimizar cada rincón, creando diferentes ambientes para todo tipo de público. Y en segundo lugar, ha situado al frente del día a día a una profesional de prestigio y con experiencia en grandes restaurantes como Teresa Fernández, sumiller que ahora también se descubre como una gran entendida de vermús. Y el tercer eslabón de la cadena es una cocina sencilla, concebida para el aperitivo y el picoteo, muy de raciones a partir de producto selecto de calidad.

Nueva estampa

Tras la reforma terminada hace apenas pocas semanas, el Solórzano mantiene su estampa de bar clásico pero ahora tiene un componente de modernidad, que aporta una segunda barra donde se preparan algunos vermús y el expositor donde se muestras latas, conservas y demás productos delicatessen que se sirven en el propio bar y que se venden para llevar.

Tras este elemento que divide el local se encuentra un pequeño comedor donde el cliente se puede sentar para tomar algo con familia o amigos. También hay dos mesas en un cabrete desde el que se domina todo el local. Entre tanto, el público se acumula en la barra y e incluso en la calle. Si algo caracteriza al Solórzano siempre es el ambiente que se respira.

En la faceta más gastronómica, la carta está volcada con las raciones, siempre distinguiéndose por el nivel de las materias primas. Para acompañar un vermú o un buen vino siempre son recomendables aquí los chips Solórzano con unas patatas fritas extra gruesas de Murcia, mejillón, piparra, aliño y un poco de pimentón. Otras opciones son las gildas, los boquerones, las croquetas de jamón o de bacalao, los caracolillos, unas buenas anchoas de Catalina -bicampeonas en la cata de Santoña- acompañadas de pimientos de Isla o los mejillones, sin olvidar unas rabas de lo más sabroso y crujiente.

Opciones hay muchas más, desde las ensaladas y platos caseros, tipo puding de cabracho, huevos fritos con habitas, albóndigas de pescado azul, steak tartar o ensaladilla rusa; a conservas tipo espárragos, alcachofas, ventresca o berberechos; quesos, como Divirín, Las Garmillas, Bejes-Tresviso o de oveja curado; o embutidos como salchichón de Blázquez, mortadela de Bolonia, butifarra blanca o sobrasada.

Algunos de estos productos se venden para llevar a casa.

Capítulo dulce

Todo esto se puede acompañar de alguna de las 72 referencias de vermú que existen en el Solórzano o por algunos de los más de treinta vinos que ha seleccionado con buen criterio Teresa para la carta. Pero también hay cerveza artesana propia Santa, diseñada por el propio Carlos Crespo, ahora elaborada en Cantabria.

Finalmente, para el cliente goloso hay tartas de Elena Ballesteros (Ponnona Cakes), flan de queso y arroz con leche.

José Luis Pérez Redactor Jefe

Historiador y arqueólogo, trabajo desde los años noventa en El Diario Montañés donde he sido coordinador editorial de publicaciones y actualmente soy redactor jefe. Escribo de gastronomía desde hace algo más de una década y coordino el suplemento Cantabria en la Mesa.

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