Con el verano a la vuelta de la esquina y una huerta ya repleta de todas las delicias de la primavera, empiezan a aflorar...

Con el verano a la vuelta de la esquina y una huerta ya repleta de todas las delicias de la primavera, empiezan a aflorar también por todas partes todos los consejos, dietas y milagros para llegar a la playa como si en Semana Santa no nos hubiésemos puestos tibios a torrijas.

Los superalimentos están de moda; mientras que hace apenas diez años nos recomendaban sustituir el aceite de oliva por guarrerías como el aceite acalórico Ordesa, un aceite de parafina derivado directamente del petróleo que permítanme que cuestione lo beneficioso que puede ser ingerirlo, o consumir bayas de Goji a porrón, ahora los planes para tener un cuerpo maravilloso incluyen ingredientes como las semillas de chía, la quínoa, la maca, el kale, el ajo negro, las bayas de açai o la moringa.

Las estrellas de Hollywood los avalan, los médicos los recomiendan y los gurús nutricionistas hablan de ellos ligados a palabras como cáncer, envejecimiento o malnutrición. ¿Hemos encontrado la panacea a los males que más nos torturan hoy en día?

Ahondado un poco al respecto, los expertos en la materia rápidamente se corrigen a sí mismos cuando muestras un interés más allá de lo normal: ?No podemos decir que curen nada pero con todas sus propiedades, nutrientes y vitaminas se puede afirmar que su consumo es ciertamente beneficioso?.

A una servidora el ajo negro le encanta, es habitual consumidora de quínoa y también es amiga del kale y no por las tropecientas bondades que me van a aportar sino porque me gusta comerlos. Pero ahora que lo pienso, qué curioso que todos estos productos no sean precisamente económicos, ¿no?

Llámenme malpensada pero sea como fuere prefiero seguir con mi dieta variada y sí, quizás mañana pruebo la espirulina, pero hoy déjenme con mis estupendos espárragos blancos de Navarra, en plena temporada. ¿Acaso ellos no están también llenos de vitaminas y minerales?

Clara PVillalón Miss Migas

Me llamo Clara, y lo soy. Soy creativa, testaruda, divertida y un poco locatis. No cierro discotecas y me gusta comer con las manos; si tengo que elegir me quedo con una cocina tradicional pero renovada, sin demasiadas esferificaciones ni metales preciosos.

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