Esta elaboración que hoy os propongo resulta un aperitivo perfecto y sorprendente, puesto que nadie se imagina que una magdalena puede no ser dulce. A su vez es muy versátil, porque si le echamos imaginación las podemos hacer de un montón de sabores, incluso combinando dulces con salados.
Para hacer las nuestras vamos a necesitar 130 gr. de harina, 60 de queso parmesano rallado, 140 de aceitunas negras deshuesadas, 1 huevo, 1 cucharadita de pasta de tomate concentrado, 5 cucharadas de aceite de oliva, 5 de yogur griego, 2 cucharaditas de levadura en polvo, sal y pimienta.
En primer lugar picamos las aceitunas bien finas y las reservamos. Tamizamos la harina junto con la levadura en un bol grande y le añadimos el queso parmesano. Hacemos el clásico volcán para poder agregar ahora los ingredientes húmedos, el aceite, el yogur, la pasta de tomate y por último la sal y la pimienta. Lo trabajamos bien con una espátula, o si tenemos un robot de cocina perfecto porque nos ahorramos el trabajo, hasta conseguir una masa homogénea a la que añadiremos las aceitunas que habíamos picado, mezclando todo bien.
Y llega el momento de hornear. Precalentamos el horno a unos 170º y ponemos la masa en moldes, rellenando solo hasta unas dos terceras partes del molde porque luego suben un poco. Os recomiendo hacerlas en moldes pequeños ya que a la hora de comerlas es mejor un mini bocado. Así es preferible pasarlo a una manga pastelera de estas desechables que venden para que resulte más cómodo. A los 15 minutos aproximadamente las sacamos y las dejamos enfriar sobre una rejilla.
Quedan increíbles con un queso en crema o incluso unas anchoas.
Las servís en un picoteo a cualquier hora del día y ya veréis como triunfáis.
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