De los creadores del ?León come gamba?: el «dinero come ilusiones». Quería haberme abstenido de hacer comentario alguno sobre el circo mediático que el...

De los creadores del ?León come gamba?: el «dinero come ilusiones». Quería haberme abstenido de hacer comentario alguno sobre el circo mediático que el ya famoso ?león come gamba? ha generado y es que creía lícito otorgar al programa que tantas puertas me abrió el beneficio de la duda. Pero tras una segunda temporada de poco ?o nulo? ensalzamiento culinario, un capítulo en la tercera cuyo plato estrella fue una patata cruda tallada con forma de un león y un segundo episodio en el que los jueces son sustituidos por sus hijos, casi a modo de mofa, ya no puedo controlar la rebeldía de mi lengua.

Masterchef me ha permitido estar escribiéndoles ahora mismo, ahondar en la gastronomía y, si me apuran, incluso ha hecho que encuentre a mi ?costilla?; pero el programa blanco en el que yo creí participar va cada vez más dirigido a un reality show que destierra cada vez con más firmeza la palabra talent.

Y la culpa no es de los concursantes, no, que estoy convencida que entraron en el concurso con la ilusión de hacer de su pasión su futuro, ni tampoco de un jurado al que admiro con profundidad, profesionales que han sabido entender que Masterchef no es un programa de cocina, sino de televisión. Si hay que señalar con el dedo a alguien es claramente a la productora, encargada de dar contenido al formato, y, cómo no, a Televisión Española.

Perdóneme, Alberto, si lo que aquí escribo le suena ofensivo, porque esa no es mi intención en absoluto, pero usted llegara a ejecutar su patata cruda con forma de león delante de más de un millón de personas en pleno prime time no es su culpa, sino del director de cásting que le ha colocado ahí, dejando fuera a otras diez mil personas que se han sentido insultadas ante tal escándalo.

Que quede claro que la posición del concursante no es para nada sencilla y que juzgar desde el sofá resulta mucho más fácil; en esos momentos la tensión se dispara, la cabeza se bloquea y hacemos cosas que, en otro momento, jamás se nos hubiesen ocurrido.

Pero de ahí se pasa a que ahora la moda es hacer sufrir a los propios concursantes haciéndoles comer su propio desastre (y teniendo en cuenta que los platos se catan horas más tarde de haberse ejecutado, cualquier delicia se haría bola en esas condiciones) para que, en casa, la risa esté asegurada.

Pero en eso consiste la cosa, hacer reír y hacer dinero, cueste lo que cueste, aunque haya que poner a niños a hacer el paripé imitando a sus padres o grabar dentro de las habitaciones de los propios concursantes como veremos en próximos episodios.

Esto no va de cocina, va de espectáculo, de inflar la audiencia y, cómo no, de hacer dinero; y lo que está claro es que con ejemplos como el ‘León come gamba’ lo han conseguido. Temblad, a ver qué es lo siguiente.

Clara PVillalón Miss Migas

Me llamo Clara, y lo soy. Soy creativa, testaruda, divertida y un poco locatis. No cierro discotecas y me gusta comer con las manos; si tengo que elegir me quedo con una cocina tradicional pero renovada, sin demasiadas esferificaciones ni metales preciosos.

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