Escribiendo a cuatro manos

¿Quién no ha tenido entre sus manos un libro que no permitía su abandono?; un libro que nos persigue allá donde vayamos, al sofá donde nos recostamos, a la cama o al baño, o incluso nos acompaña en las largas espera de las citas médicas nunca deseadas. ¡No nos permite el descanso en su lectura!; nos atrapa en su literaria tela de araña y sin respiro vamos buscando el final de la historia. Y eso es precisamente lo que me ha ocurrido a mí con el libro que me permito recomendaros esta semana: ¡Comiendo en Hungría¡.

Cuando un gran escritor nos obsequia con alguna de sus creaciones, nos alegra, nos emociona y provoca en nosotros un tiempo de felicidad literaria que va más allá de la lectura de un simple texto.

Cuando son dos los grandes escritores los que se juntan y además para escribir sobre alguna de tus pasiones, convierten el libro que tienes entre tus manos en algo realmente especial.

‘Comiendo en Hungría’ es un libro en el que están plasmadas gran parte de las experiencias gastronómicas de dos genios de la literatura durante su presencia en Hungría; la ciudad de Budapest, el campo húngaro, el río Danubio, son sitios y lugares donde estos dos insignes ‘chopinpes’ dan rienda suelta a su incuestionable apetito saciando sus paladares con sublimes Goulasch, significadas Paprikas, dorados Foie-gras, aterciopelados Tokais. Capítulos como ‘Rehabilitación de la sopa’, ‘El alegato del buen comer’, ‘Los poetas gordos’, ‘Las artes del repollo’, junto con una más que sobrada terminología gastronómica húngara y una breve guía de restaurantes, hacen una lectura amena y cargada de sensibilidad y buena literatura.

Os dejo, queridos gastrolectores, con unas líneas de ‘El alegato del buen comer’, de Miguel Ángel Asturias: «Ahora no se come. Se toma de los platos, con aire de no quiero, determinada cantidad de alimentos que contienen no más calorías de las necesarias». Escrito hace más de 50 años, con plena vigencia.