Añoro aquellos años en los que en nuestra costa se podía pescar sin necesidad de ninguna licencia. Años antes, también es cierto, de que...

Añoro aquellos años en los que en nuestra costa se podía pescar sin necesidad de ninguna licencia. Años antes, también es cierto, de que las hordas de la comunidad vecina la dejaran, en su parte oriental, más seca que la mojama. Cámbaros, mazurganos, carracachos, muergos, almejas, mordejones, ostras, caracolillos, biriguetos y esquilas, entre otros, abundaban en la basa de El Ribero, en Argoños, en la bajamar. Allí, de vez en cuando, armados con un paquete de sal, un cortafríos y el cubo de plástico para el agua, mi padre y yo solíamos embadurnarnos hasta la rodilla para lograr una buena carga de marisco fresco para la merienda. Cuando aquello, mi ?progenitor A? me enseñó que había que pescar justo lo que se iba a consumir y que las piezas pequeñas mejoran con el paso de los años. También que la naturaleza te da lo que quieras, pero que nunca se debe abusar de ella, que hay que repartir y que además hay para todos.

Hoy en día, en El Ribero, poco hay que llevarse al caldero. Veo cámbaros cuando paseo por allí, lapas pegadas a las rocas y algunos ostrones. Pero ya no se puede bajar a levantar piedras para ver qué sorpresa esconden. Tampoco se permite llenar de sal los agujeros en forma de cerradura donde se esconden los muergos para llevártelos a casa sin nada de tierra, ni dejar el redeño con la cabeza de merluza para obtener el botín de unas saltarinas esquilas. Es una pena pero también una medida acertada la de limitar la pesca a los mariscadores profesionales. Se acabó, eso sí, con la ilusión de algunos niños de ciudad que, como yo, descubrimos que la naturaleza y los alimentos están bastante más allá de las estanterías del supermercado y las pescaderías.

Aún puedo sentir la viscosidad de la basa y el olor a marisma de El Ribero, y la sonrisa de mi padre cuando al levantar una piedra veía asomar a media docena de cámbaros, como locos en busca de un nuevo refugio.

Diego Ruiz Redactor

Santander 1960. Universidad de Cantabria. Sección de Deportes, Cantabria en la Mesa y, a veces, algo de toros.

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