Ayunas Ayunas
La columna gastrofágica de este sábado está muerta de hambre, amigos. Mi padre lee en el e-book una novela de misterio y cábala sobre... Ayunas

La columna gastrofágica de este sábado está muerta de hambre, amigos.

Mi padre lee en el e-book una novela de misterio y cábala sobre la Biblia. Me explica el argumento, pero no entiendo nada. Yo leo un libro sobre Valle Inclán y un hombre con rayos X en los ojos. Afuera el cierzo sopla con furia. Por la noche duerme mal, y yo con él. Ahora es otro día y mi padre lee el segundo volumen electrónico de su novela supersticiosa. Yo acabo un tebeo de Hulka. Lleva cinco días sin comer. Cuando saco de la bolsa el bocadillo (una flauta de pan preñada con tortilla de patata de mi madre, con una tortilla que ganaría un concurso donde solo compitieran soberbias tortillas de patata de mi madre), mi padre, asaeteado por sondas gástricas, goteros y drenajes, me lanza una mirada de odio bíblico. Me río porque parece un cyborg. Esa noche dormimos bien. Por la mañana creo que ya es jueves. Leo un libro de Bolaño sobre unos poetas real-visceralistas, mientras mi padre se maldice por no haberse descargado el tercer volumen de su intriga versicular antes de ingresar. Decide empezar uno de Vázquez Figueroa. Entonces llega Dominica con el ¡Hola! y el Vanity Fair. Menos mal que alguien trae algo de sensatez a este cuarto. Esta mujer es la exclamación de mi vida. Afuera el viento sigue agitando la ciudad. Mi padre sigue tragando palabras para matar el tiempo. Sin comidas, los días dejan de serlo y se convierten en un rollo de papel higiénico: nada los delimita, nada los reposa; solo transcurren. Entonces saco una pantera rosa de una de esas nuevas bolsas de tres, y descubro que han reducido el tamaño del bollo. Me indigno, ya no queda poesía en este mundo. Y no hay nada más viscerrealista que un hospital. Entonces entra un médico y dice que mi padre ya puede comer sopas y purés. Que ya podemos quemar los libros. Bien.

David Remartinez Redactor

(Zaragoza, 1971). Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha trabajado en radio, televisión y prensa, y se incorporó a la plantilla de El Diario Montañés en 2011. Actualmente trabaja en la edición digital y escribe el blog Remartini Seco.

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