Como habrán podido notar, he sido un poco díscola estas semanas y con la excusa de las fiestas me he ausentado de tanto en...

Como habrán podido notar, he sido un poco díscola estas semanas y con la excusa de las fiestas me he ausentado de tanto en tanto entre estas líneas. Lo cierto es que no ha sido la Navidad lo que me ha tenido tan cansada que hasta los párpados me dolían sino una nueva mudanza, la quinta en este 2014 que ya nos ha abandonado, gracias a la que por fin me he asentado en la que espero que sea mi casa durante unos largos meses, por lo menos.

Una de las cosas más duras después de decidirme a pintar fue, sin duda alguna, el momento de la limpieza. Al principio no me di tanta cuenta, parecía que estaba decente el pisito, pero cuando se me ocurrió pasar el dedo por encima de la campana y arrastré una capa de grasa sobre la que residía otra bien potente de polvo ?generando un aspecto aterciopelado de lo más suculento? me di cuenta de que el Fairy y el amoniaco serían mis mejores aliados.

Vamos a ver, almas cándidas, ¿no es una guarrindongada de las buenas prepararse la cena en un ambiente lleno de aceitazo y polución? Siempre he defendido que el primer objetivo de un cocinero no tiene que ser dar cosas ricas de comer sino no envenenar al que se las come, todo lo demás ya vendrá después y a su debido tiempo, que nadie ha nacido aprendido; actitud mucho antes que aptitud, siempre.

Llámenme histérica pero nunca he llevado bien esos pisos compartidos de mis amigos cuando íbamos a la facultad, en los que imperaban los montones de cacharros en el fregadero con una generosa capa de tomate frito Orlando reseca bien pegada. ¿De verdad se pierde tanto tiempo dándole un agua a las cosas? ¿Nunca han escuchado eso que tanto dicen las madres: «Pierdes menos tiempo haciéndolo una vez bien que dos veces mal»?

La cruda realidad es que esto mismo que sucede en los hogares se traslada a muchas cocinas que Chicote se dedica a destripar en televisión. Parte de los programas, obviamente, es un show (bendita casualidad que tanto en su versión americana como en la española apareciera un ratón en un lavavajillas) pero otra sí que se acerca bastante a lo que se puede encontrar por ahí.

Qué quieren que les diga, para las intensas jornadas de un cocinero quedarse una hora después del servicio a limpiar puede resultar muy cuesta arriba ‘sobretodo si entras a trabajar a las 9 de la mañana y sales sin descanso a las 2 de la madrugada, como casos cercanos que conozco’, pero tiene que entenderse como la primera obligación dentro de una cocina, sin orden ni limpieza práctica no puede existir mentalmente y, al final, es ahí donde reside la clave del éxito. ¿No?

Clara PVillalón Miss Migas

Me llamo Clara, y lo soy. Soy creativa, testaruda, divertida y un poco locatis. No cierro discotecas y me gusta comer con las manos; si tengo que elegir me quedo con una cocina tradicional pero renovada, sin demasiadas esferificaciones ni metales preciosos.

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