Nunca he creído a pies juntillas que por pasar de un año a otro la película va a cambiar y vamos a pasar de...

Nunca he creído a pies juntillas que por pasar de un año a otro la película va a cambiar y vamos a pasar de Tim Burton a Ridley Scott en una décima de segundo. Dentro de mi escepticismo, los propósitos de año nuevo nunca han formado parte de las listas que asiduamente me hago para ayudar a mi olvidadiza cabeza, más que nada porque si algo se tinta en mis enumeraciones luego hago lo que sea por que se cumpla; si no, ¿para qué?

Que se vayan al cuerno el gimnasio, leer más libros, dejar de fumar (si lo hiciese), adelgazar, ahorrar dinero y todas esas pamplinas que se tatúan en nuestras cabezas a principios de enero con una tinta de hena que va poco a poco difuminándose en el olvido.

Este año los que me van a importar son los propósitos gastronómicos, que son los que verdaderamente van a hacerme disfrutar y creo que los podrán compartir conmigo, así que pienso llenar el 2015 de muchos más momentos cocinando y otros aprendiendo de vinos, esos grandes desconocidos para mí. También pueden apuntarse a perderle el miedo a la comida vegana y vegetariana, de la que no tengo ni idea pero me gustaría conocer un poco más, y no duden en hacer como yo y reservar pronto en DiverXo o en el Celler de Can Roca, dos visitas anuales que deberían ser casi obligatorias (el ahorro del año, ese de los propósitos normales, irá destinado directamente aquí).

Me llenaré los morros de dulces de autor, compraré un par de esos libros que todos los locos comilones queremos, como el de Francis Paniego, y me atreveré a sorprender a mis invitados con alguna de sus recetas en casa, ¿quién dijo miedo?

Por supuesto que seguiré comiendo con las manos y gozando cada vez que la salsa de los tacos me chorree hasta el codo mientras que visito esos low-cost que todos los grandes de la gastronomía española están implantando tanto en garitos en sí como en sus versiones food-truck.

No lo duden, aplaudan lo artesanal, la era de las esferas ya es agua pasada, hagan pan en casa, queso, yogur y todo lo que puedan, igual que los productos locales que llenen sus neveras, les va a saber mucho más ricos.

Aunque también les digo que hay unas cuantas cosas que me he propuesto no realizar, y no por menospreciarlas. No pienso volver a tragarme el enésimo programa de televisión en el que aseguran que hablan de cocina, ni dejarme ver por los locales hipsters en los que lo que te pongan de comer es lo de menos; la foto con Chicote, me la ahorro.

Eso sí, no se piensen que por hacer todo esto voy a dejar de querer ser buena persona, ayudar a los que pueda y querer mucho a los míos; solo implica que también les voy a seguir dando el turre gastronómico un año más.

Clara PVillalón Miss Migas

Me llamo Clara, y lo soy. Soy creativa, testaruda, divertida y un poco locatis. No cierro discotecas y me gusta comer con las manos; si tengo que elegir me quedo con una cocina tradicional pero renovada, sin demasiadas esferificaciones ni metales preciosos.

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