Carne argentina de 1960 Carne argentina de 1960
El sargento encargado de cocina del cuartel en el que hice el servicio militar –Jerez de la Frontera 1983– encargó una mañana de primavera... Carne argentina de 1960

El sargento encargado de cocina del cuartel en el que hice el servicio militar –Jerez de la Frontera 1983– encargó una mañana de primavera descongelar una partida de carne procedente de Argentina fechada en el año 1960. A mí, aquello me daba como cierto reparo, que no asco, ya que por entonces uno comía piedras si era necesario. La carne en cuestión tenía los mismos años que yo y encima dormía a no sé cuántos grados bajo cero en una cámara que, en ningún caso, era un ejemplo de limpieza y condiciones de higiene apropiadas. Pero en la mili te enseñaban a cumplir órdenes y, si no gustaba el menú, a buscarte la vida para comer algo distinto a lo que en el comedor se le echaba en el plato a la tropa.

Así que con un grupo de colegas vestidos de verde OTAN y mandril azul de mar me tocó descongelar un enorme tocho humeante de carne magra con el mismo aspecto físico de los alienígenas procedentes de los estudios de la Warner. Solo le faltaban unos ojos saltones para salir corriendo en busca del fusil. Tras mirar al ‘enemigo’ cara a cara y bendecirlo, ayudados con unas palas, comenzamos a golpearlo para, así, favorecer la tarea que se nos había encomendado. La paliza que nos dimos durante un par de días fue mayúscula y gracias a que en esa época en Jerez hacía ya un solecito veraniego, logramos que la carne estuviera lista para pasar a las manos del cocinero, después de unas horas de patio.

No recuerdo el peso exacto de aquella pieza pampera, pero seguro que superaba los 100 kilos. De hecho, alimentó a toda la Brigada de Infantería Motorizada XXII. Y lo mejor fue que a pesar de su edad, su estancia helada en la cámara y el proceso de descongelación, aquella carne resultó extraordinaria, blanda, exquisita. A ninguno de los soldados, sub oficiales, oficiales y más altos mandos de aquel cuartel, hoy en día convertido en una urbanización de viviendas, aquel ragú hecho a mogollón por un cocinero de primera regional le dejó indiferente. Con el paso del tiempo he llegado a entender eso de la carne, ahora tan de moda, de 90 días de maceración en la cámara. Aquella, con 23 años, estaba de muerte.

Diego Ruiz Redactor

Santander 1960. Universidad de Cantabria. Sección de Deportes, Cantabria en la Mesa y, a veces, algo de toros.

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