Arroz a la cubana

El arroz a la cubana es uno de esos platos que nos recuerdan nuestra infancia. Una receta fácil de elaborar que alimenta como ninguna y que, además, suele gustar a todo el mundo. Incluso, es toda una solución para esos días en los que uno no sabe que coño hacer para comer. Todos y todas sabemos como se elabora el arroz a la cubana, pero de vez en cuando conviene recordar los pasos a seguir. Decir primero que, efectivamente, este plato procede de la Cuba colonial y que desde allí se trajo a España y a Filipinas, donde todavía figura en los menús caseros.
Se parte de un arroz hervido. Un arroz blanco que se habrá echado en una cazuela con aceite caliente donde, además, tendremos dorando un par de dientes de ajo. Añadiremos el agua, el doble y una pizca más de la ración de arroz y la sal y dejaremos hacer. Un vez realizado este paso, solo queda freír un huevo al gusto del consumidor y rociarlo todo con una buena cantidad de salsa de tomate, si es casera, mucho mejor. Eso sí, para que sea un auténtico arroz a la cubana habrá que freír un par de plátanos. Este paso tampoco tiene mucho misterio. Se cortan en rodajas una vez pelados y se echan a una sartén con aceite caliente. Se doran durante cinco minutos y después se les sala.

Este arroz a la cubana es una delicia para todos los públicos y, además, admite distintas combinaciones. Por ejemplo, se puede sustituir el plátano por unas salchichas. Personalmente prefiero las de carnes, las de la carnicería de debajo de casa. Aunque para muchos son mejores las de tipo frankfurt. El huevo frito puede también sustituirse por una tortilla francesa –con uno taquitos de jamón dentro dan mucho juego– o un revuelto. Lo que nunca deben faltar son el arroz y el tomate.

Tendríamos que hacer unas cuentas para conocer lo que nos cuesta este plato, pero lo que es palpable es que es algo muy barato. Un plato con historia de la Cuba colonial.