Parece que es momento de echar la vista atrás y volver a trazar en el mapa todos los caminos recorridos durante el año. Vivencias,...

Parece que es momento de echar la vista atrás y volver a trazar en el mapa todos los caminos recorridos durante el año. Vivencias, viajes, momentos especiales, cambios de rumbo, situaciones felices, alegrías inesperadas o, para los más glotones, comidas memorables o platos estrella.

Es bonito, a la par que melancólico, hacerlo pues le da cierto romanticismo idealista al paso del tiempo: cerrar un año igual que se cierra la tapa de un libro tras el desenlace o zanjar un periodo y empezar de cero, pero la entrada en un número nuevo -bisiesto además en esta ocasión- no es más que un escalón añadido en la carrera de peldaños que llevamos en el día a día. Podemos hacer una lista de propósitos interminables pero ya les digo que yo no voy a apuntarme al gimnasio ni pienso tampoco ponerme a dieta y probablemente si fumase tampoco me plantearía dejarlo porque fuera uno de enero y es que no son estos días los que nos traerán la felicidad por haber cambiado de página en el calendario, son los otros 360 (les otorgo cinco días de vacaciones, faltaría más) en los que tendremos que luchar con el cuchillo entre los dientes para conseguirla.

El 2015 ha sido el año de los zumos detox, esos líquidos que nos prometían ser la panacea de todos nuestros males y se nos cobraban a precio de caviar, de los conceptos saludables, de los carritos de compra online gracias a los cuales mandas a otro a hacer tu compra personalmente -¡ay! Sé que el tiempo no tiene precio pero ¿qué hay más bonito que darse una vuelta por el mercado?; esto sí es romanticismo puro…,- de la comida a domicilio y del encumbramiento del bao, ese bollito asiático en el que todo el mundo parece haberse especializado.

De lo que viviremos los próximos meses, ¡quién sabe! Lo que sí puedo afirmarles es que no será más que la continuación de lo que llevamos viendo últimamente pero si tomarse las uvas al son de las campanadas les ha ayudado para cargarse de energía y recuperar fuerzas sólo podemos agradecer al misticismo del ‘final de ciclo’ y mirar con una sonrisa a todo lo que nos viene por delante.

Por el momento, a una servidora le espera la campaña final de los Roscones de Reyes y es que no podría haber mejor comienzo que con las manos en la masa.

¡Que sean ustedes muy felices y, sobretodo, que luchen por serlo!

Clara PVillalón Miss Migas

Me llamo Clara, y lo soy. Soy creativa, testaruda, divertida y un poco locatis. No cierro discotecas y me gusta comer con las manos; si tengo que elegir me quedo con una cocina tradicional pero renovada, sin demasiadas esferificaciones ni metales preciosos.

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