Como profesional quiero reconocer y resaltar la influencia de la gran cocina francesa en mi trabajo. Durante muchos años nos han demostrado que han estado en lo más alto del mundo culinario, reflejado...

Como profesional quiero reconocer y resaltar la influencia de la gran cocina francesa en mi trabajo. Durante muchos años nos han demostrado que han estado en lo más alto del mundo culinario, reflejado en el trabajo de sus grandes cocineros, habidos y por haber.

Esta semana mi técnica es la de la ‘Solidaridad’, que para hacerla realidad debes de tener un mucho de compañerismo, otro mucho de persona, don de gentes, respeto, cariño… Desde mi cocina no he podido olvidar a los compañeros de profesión, sobre con los que se ha cebado el terrorismo en París.

Uno, cuando llega a su puesto de trabajo, en mi caso a la cocina, no prevé grandes cambios de un día a otro, solo lo alteran las reservas, las elaboraciones, los días libres y un sinfín de momentos de lo más habituales, cosas sin importancia. Pero esto es en una vida con total normalidad, cosa que no ha ocurrido la semana pasada en París.

Varios han sido los negocios de hostelería donde se ha volcado el terrorismo, en uno a bombas, en otros con ráfagas de kalashnikov…, el servicio de noche del viernes de la semana pasada fue de lo más atroz. La diferencia entre un servicio normal de un día de fin de semana y el que ha pasado y truncado la vida de un centenar y pico de personas, es muy distante. Imagínense como clientes que estén alternando, celebrando, cualquier evento o efeméride, que tenemos, o quizá ahora debiéramos decir teníamos muchos, en cualquiera de las terrazas tan ‘tranquilas’ de los restaurantes Belle Equipe, Petit Cambodge, Le Carillón, pizzería Casa Nostra o discoteca Bataclán, en los distritos X y XI de París, hablando en el caso de los clientes con sus amistades y en el caso de la camarera o camarero, cantando la comanda en cocina, el chef saliendo de sus apuré, sirviendo lo mejor de sus creaciones; eso mismo hacía yo a la misma hora en una terraza del Paseo Pereda de Santander y de golpe, cambiando mi ráfaga de aire venida del puerto, por ráfagas de las balas de los fusiles tan famosos por sus hazañas, cruzando las avenidas X y XI de París.

Hyacinthe Koma, trabajador de cocina del bistro Chic Types, propiedad del dueño de La Belle Equipe, fue asesinado en la propia terraza de este restaurante cuando celebraba un cumpleaños con varios compañeros. Momentos antes, los camareros, bandeja en mano, atendían a su glamurosa clientela, incluidos compañeros. Y me planteo muy en serio, cualquiera de esos trabajadores de hostelería bien podía haber sido yo.

Veía estos días unas imágenes grabadas con las cámaras desde el interior del restaurante La Belle Equipe, cuando pararon frente al local los terroristas y se liaron a disparar a quemarropa a través de la fachada. Era escalofriante ver a los clientes y al personal como esquivaban las balas, ver en ese momento como una compañera de profesión, camarera, ayudaba a una persona que se escudaba tras la barra y al pasar el rato de ráfagas, se asomaba para ver si todo había terminado…, y como seguido les bajaba a todos al sótano hasta que llegó la policía.

Quiero reivindicar la profesión de hostelería y su dedicación, atendiendo a los clientes, como en ninguna otra profesión he conseguido ver. Sirva de recuerdo para quienes han perdido la vida en su puesto de trabajo de hostelería o no, en los atentados de París, así como a toda la gente injustamente asesinada.

Floren Bueyes Cocinero

Presidente de la asociación Cocineros de Cantabria.

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