Aluvión

Un amigo del trabajo me conminaba hace unos días a «escribir algo sobre la puta gastronomía que nos invade, porque todo es gastronomía, con los putos vinos, y las recetas y los programas de televisión». Su petición concluía con otra sarta de esputos que me humedecieron la cara y me invitaron a reflexionar. Mientras me secaba en el baño, no obstante, recordé que nunca he sabido reflexionar, pues mi cerebro, en lo neuronal, se asemeja a un vorágine de autos de choque donde la única electricidad que surge explota y asusta. Así que decidí transcribir sus elocuentes palabras, simplemente. Porque le entiendo, aunque me suceda lo contrario. El aluvión culinario, aun con sus abundantes banalidades, me hace feliz, pues he convertido la comida en un refugio y ahora puedo elegir al gusto. Hay mañanas de sábado que cojo un libro o una web de recetas y leo unas cuantas, sin intención alguna de llevarlas a cabo. Me gusta imaginarlas, como me gusta adormecerme con Jamie en la tele o leer tebeos como ‘Oishinbo’, el manga sobre la cocina japonesa que Norma acaba de empezar a publicar aquí. Se lo recomiendo con ojos achinados de satisfacción. En su historia, iniciada en 1983, dos periodistas tratan de resumir «el menú perfecto», una búsqueda que ha dejado treinta años de viñetas, cien tomos de obra y un país retratado en miles de platos. Toda y toda la «puta gastronomía» nipona, vamos.