Los bocatas

Uno de los recuerdos que tengo más presente de la infancia en el ‘cole’ es el de los bocatas que llevábamos a las excursiones, eran buenísimos. Mi madre se levantaba pronto y nos preparaba la bolsa con la comida que solía constar de una pieza de fruta, normalmente un plátano, algún fruto seco, muchas veces uvas pasas «porque son muy buenas para la memoria» y «te dan mucha energía», y el bocata, sin duda el rey de la bolsa. Yo siempre pedía de lomo con queso, que se fundía y impregnaba todo el bocata con la salsa del lomo. En aquellos tiempos no me gustaban los pimientos pero ahora le pongo unos pimientos asados y realmente es uno de mis favoritos.

Hoy como padre intento que cuando mis hijos tienen excursiones o coman de bocata fuera de casa lleven su bolsa de la comida lo más equilibrada posible, lógicamente con fruta, el bocata y una chocolatina o algún fruto seco.

La importancia del almuerzo es vital en los días de excursión ya que normalmente los niños consumen más energía y normalmente contribuye a completar el desayuno que a veces no es todo lo perfecto que debería.

También es importante el bocata de la merienda. Después de un día en el ?cole? los niños salen con un hambre que se comerían cualquier cosa. Aquí podemos mezclar el cásico embutido, jamón serrano, jamón cocido, chorizo…, con algún vegetal como el tomate, la lechuga, algún lácteo como el queso y también incorporar unas gotas de aceite de oliva.

Otro clásico de casa de mi madre es el bocata de aguacate con anchoas y ventresca de bonito, un chorrito de aceite de oliva y a disfrutar.

Pero para mí el que se lleva la palma de los bocadillos es el clásico serranito, un clásico del sur de España que tengo ‘adoptado’ desde hace tiempo, con un buen mollete o un pan blanco, unos filetes de lomo fresco, pimientos verdes fritos y unas lonchas de jamón, unas patatas fritas y una cerveza bien fría, el bocata perfecto para los padres.