Un vino sagaz

En la columna de esta semana, un vino.

Pies Negros, de Bodegas Artuke, Rioja, el de 2013, ese en concreto, ese me gusta más todavía que el del año anterior, me gusta que huela poco y que su poca fragancia esté bien adentro, que cueste diez euros, y que al beberlo entre despacio, sin molestar en absoluto, si estás hablando igual ni te enteras de su presencia, como uno de estos tipos que se esquinan en las conversaciones abundantes pero que atienden más que el resto y que de vez en cuando sonríen para sí, sería uno de esos tipos, muy guapo, ya no joven pero todavía elástico, me fascinan los tipos así, callados que no tímidos, más bien al revés, gente que sabe observar en el barullo, reservarse la opinión cuando el de enfrente la expone demasiado seguro, tipos que se importan lo justo porque no se dan un pijo de importancia, como este Pies Negros por ejemplo, del que vas bebiendo y se te va quedando en la boca lento, sin enmoquetarla, pasa y saluda con urbanidad y se acomoda discreto en los carrillos, bajo la lengua, incluso atrás, en la garganta; y por esas esquinas, ajenas a la pista de baile principal, reposa copa a copa hasta que, de pronto, llegas a la cuarta (si has empezado a beber la botella nada más descorcharla) y entonces, con calma pero sin pausa, empieza a hablar; entonces desconcierta a la mesa e introduce su opinión en mitad de la cena (que ya anda avanzada de platos y suelta de soberbias), y de golpe y porrazo los hace a todos callar.